EDITORIAL | Autor: Lic. José Luis Dranuta | 07-07-2019
Obituario
Requiem a una ilusión
Según se piense en el vocablo, en una construcción de tiempo y espacio, el obituario encarcela a su propia historia. Tal vez se pudo tratar del libro parroquial donde se anotaban los difuntos, allá por la época en que los estados no se ocupaban de esos menesteres. Más tarde fue el comentario sobre la muerte de una persona, pero en términos de resumen de su vida, no en los de la crónica del cómo murió. Las naciones no tienen obituarios, pero si ponemos el eje en la vida de lo que fuimos como paÃs y en lo que nos hemos convertido, podrÃamos decir que Argentina vivió años de esplendor, de mirada esperanzadora de futuro, incluyó, progresó, abrió fábricas, exportó, ganó campeonatos mundiales de fútbol, hockey, basquet. Tuvo campeones del mundo de boxeo, ciclismo, cientÃficos brillantes, economistas, tuvo un Papa de estas latitudes... hoy tiene deuda, interna y externa, de millones dólares y de compromiso con su gente. En los estertores de lo que fue una patria, los cronistas comenzamos a pensar en el obituario.
En 1882, luego un partido de críquet en The Oval, en el cual Australia venció a Inglaterra en tierra británica por primera vez, el periódico inglés The Sporting Times publicó un obituario que afirmaba que el cricket inglés había muerto, y que el cuerpo sería cremado y las respectivas cenizas llevadas a Australia. Los medios ingleses nombraron la siguiente temporada a Australia (1882–83) como la misión que debía recuperar estas cenizas. Este suceso generó luego cantidad de notas periodísticas y obras de literatura. De allí surgió lo que llamamos el obituario metafórico. Resurgir de las cenizas de un país que aún no se ha incendiado parece problemático; de la misma manera que el caos, el choque y el incendio parecen inevitables.
Toneladas de dólares en fuga, una deuda externa astronómica imposible de pagar, dieciocho millones de personas que reciben dinero social del estado en un país que no supera los 45 millones de habitantes. El gobierno preocupado en suscribir acuerdos de librecomercio pero ajustando las restricciones para quiénes intentan producir, a la vez que favorecen a los especuladores, parecen ser el caldo de cultivo ideal para un incendio. Sólo falta un período más de ajuste, posiblemente estos próximos cuatro años, que seguro no van a ser continuos de un solo gobierno, y en el que las crisis incurables, junto con la miopía de quienes gobiernen y la cuota infaltable de corrupción, terminarán por derribar lo que quede en pie. Luego todo será fuego y cenizas.
En las viejas redacciones de los periódicos, cuando un cronista no tenía nada que hacer se le encomendaba escribir obituarios de famosos que aún vivían, En la Argentina de hoy comenzamos a escribir el obituario de la patria, la que por estos días celebra sus doscientos tres años de independencia, si es que alguna vez la tuvo, verdaderamente. En Tucumán allá por 1816 y en Puerto Madero acá por 2019 la pregunta sigue sonando capciosa. El obituario va tomando forma.