EDITORIAL | Autor: Redacción | 06-01-2022
Jugaremos muévete COVID-19
Riesgo
Los contagios se dispararon en el mundo, nuestro paÃs y nuestra ciudad. Son muchos, más leves y afectan fundamentalmente a los no vacunados, pero la preocupación por lo que viviremos las próximas semanas es seria. No hay forma de para esto, el gobierno nacional se desentendió del tema y el gobierno local no tiene ni recursos ni estrategia real para enfrentar un aluvión de gente descontrolada, descreÃda, indiferente y sin cultura cÃvica. El pronóstico no es bueno. Sólo se van a salvar aquellos que no se muevan, como en El juego del Calamar, cuando para la música. Se siente el comienzo de una tragedia y los ciudadanos están bailando en la cubierta del Titanic, ahora mucho más dañino y global, aunque el efecto inicial se perciba como leve. Suerte y paciencia. Si pudiera darte una recomendación, desde OPI22 te dirÃa "QUEDATE EN CASA". Pero es inútil. Pocos nos van a leer y menos aún hacernos caso. La suerte está echada.
Alea iacta est. Esta frase se atribuye a Julio César, que la habría dicho momentos después de cruzar el río Rubicón con sus legiones. Este acto, el de cruzar un ejército el Rubicón, no era para nada trivial, y esto viene dado por lo siguiente:
El río tenía especial importancia en el derecho romano porque a ningún general le estaba permitido cruzarlo con su ejército en armas.
Marcaba el límite del poder del gobernador de las Galias y este no podía —sino ilegalmente— adentrarse en Italia con sus tropas. La noche del 11 al 12 de enero de 49 a. C., Julio César se detuvo un instante ante el Rubicón atormentado por las dudas: cruzarlo significaba cometer una ilegalidad, convertirse en criminal, enemigo de la República e iniciar la guerra civil.
Ante las dudas y los temores de cruzar el Rubicón y convertirse ellos mismos en enemigos de Roma, César cruzó personalmente el pequeño río para dar valor a sus hombres.
Una vez en el otro lado, gritaría —si es que de verdad lo hizo— la famosa frase alea iacta est (iacta mejor que jacta, pues la j no existía en el latín de la época), que viene a significar la famosa frase «la suerte está echada».
En Argentina nos falta un Julio César, mucho más en Mar del Plata. Nadie va a tomar la espada y encabezar la rebelión de los sinjeta, puesto que estamos en verano y el que más o el que menos, quiere descansar. De modo que mientras los contagios sigan subiendo y no se ocupen definitavente las camas de terapia intensiva, el gobierno va a seguir en el boludeo de la rosca política y la campaña sumergida, de cara al 2023. La suerte, nuestra suerte, está arrojada a la basura, mientras el clima nos da un respiro y días de benévolo calor, y los dirigentes siguen durmiendo la siesta.
Y Julio César se ríe, desde el Limbo de los grandes, mientras mira por Netflix una remake del Juego del Calamar. Jugaremos, muévete luz verde, Covid-19, ahora Covid-22, mediante.