Hace unas años, en lugar de hablar de tiempo adicional en los partidos de fútbol, el gobierno, que por ese entonces monopolizaba a la dirigencia de ese deporte, había instalado la idea de tiempo a recuperar. Si bien el concepto es banal, la realidad nos pone de cabeza contra el suelo: el tiempo no se puede recuperar. Entonces, si aplicamos esa lógica a cualquier otro acto, incluso los actos de gobierno, más específicamente del gobierno local, observamos con tristeza que lo que se retrasó en todos estos años en materias como la salud, educación, tecnología, cultura y turismo, por caso, no se puede recuperar en el tiempo de gobierno remanente. Mucho menos, en los períodos siguientes, en caso de que la voluntad popular siga respaldando a Arroyo, con un pie fuera de Cambiemos.