EDITORIAL | Autor: redacción | 19-02-2018
PÃcaros, torpes y derechosos
Lo que tenemos
Guilligan esconde un palo y pico verde en el exterior. Arroyo dice que va a ser candidato a intendente en 2019, ningunea a Montenegro, el delfÃn de "Mariú" y del "Presidente Mauri" y Macri estudia los pasos a seguir con su gabinete, en la era pos retiro espiritual. Si uno tiene funcionarios chiruzos, que nunca salieron del paÃs, o eran jardineros a cajeros de banco, con todo respeto, antes de ocupar tales cargos, corre el riesgo de que se mareen con el dinero y gasten nuestros dineros en carteras y zapatos de marca en giras por New York. Pero si uno tiene funcionarios millonarios, como los que ocupan el gobierno actualmente, el riesgo es otro. No cabe duda que Guilligan es la punta del iceberg de un gobierno de ricos corruptos que están adueñándose del estado como si fuera un botÃn, a la sazón, el que perdieron los K después de una docena de años de corrupción enquistada.
La crónica fría dice que Valentín Díaz Gilligan, subsecretario General de la Presidencia, ocultó 1,2 millones de dólares en ese país, que hasta el año pasado regía el secreto bancario. El segundo de Fernando De Andreis dice que la plata no era de él. Estas confusiones en funcionarios de segunda línea, avecinan una invevitable purga de tramposos que ocupan cargos oficiales, detentan el poder y se la llevan toda para casa. Que los anteriores hayan sido chorros y desprolijos, no invalida que estos lo sigan siendo. Dos años después, en plena crisis de credibilidad, Macri se encuentra con que los de su propio bando son tan chorros como los anteriores, y eso no se puede disimular.
Y los que no se muestran tan chorros, se muestran torpes y oportunistas, como Arroyo, que con todo trata de llavar agua para su molino. Si no que le pregunten a aquellos funcionarios que le organizaron la campaña, que luego fueron vituperados y hasya "encanados" y que, al probar su inocencia, les soltó la mano para no salpicarse, mientras gastaba los dineros públicos en contratar a dos docenas de parientes, en las distintas áreas de la municipalidad.
Mientras Macri desayuna, en casa por las mañanas, juntoa Awada, debe pensar algo similar. Los argentinos no somos ni buenos ni malos. Todos, incluyéndolo a él mismo, somos incorregibles.