EDITORIAL | Autor: redacción | 26-05-2018
No volveremos sobre nosotros mismos
Espiral
Mar Sánchez dice, en una de sus publicaciones, que "la vida es un cambio continuo, como me gusta decir siempre en mis conferencias... ´la única variable que es constante en tu vida es el CAMBIO´ asà que…Bienvenid@s al Cambio!" Claro que la vida real es algo más que una sesión de coaching ontológico. Entonces, el cambio, algunos dÃas se nos antoja un tanto innecesario; somos perezosos inconformistas que nos negamos a saltar de piedra en piedra. Deseamos pisar sobre bases seguras y nuestro paÃs es un conglomerado de piedras movedizas. El hecho que las redes sociales estallen con imágenes de Cristina como la esperanza para arreglar este desastre por la estupidez del gobierno actual, nos muestra como una sociedad de débiles mentales.
Las redes sociales muestran una parte nuestra que a veces nos da un poco de "corte" mostrar. El individuo tiene un profundo miedo al rechazo social, por eso se abstiene de decir, de opinar: lo que siente o piensa sobre un tema específico, en especial, si es socialmente vulnerable o discutible; lo que nos lleva a reflexionar, desde la investigación de la comunicación, en qué hay detrás de esa opinión pública, qué esconde, qué no quiere que veamos.
Hasta hace un par de décadas, la nostalgia se consideraba una enfermedad. Hoy se sabe que existen buenas razones para dejarse llevar por ella: aumenta el bienestar y la autoestima, y fortalece las relaciones interpersonales. Claro que recordamos lo positivo y omitimos los lugares incómodos: vale decir, nos gusta recrearnos mentalmente en nuestra zona de confort.
Un delincuente con poder, como Néstor Kirchner y una banda de ladrones asociados, como lo fueron sus herederos políticos, amagan instalarse en el imaginario popular como la solución alternativa a esta banda de mediocres, cipayos del poder, que nos gobiernan. Entonces surgen las dudas; tremendas, existenciales ¿Somo o nos hacemos los tarados?
La historia, sin solución de continuidad, prosigue mientras nosotros esperamos que se repita. Así de dura está la cosa. La inteligencia humana, ya se sabe, tiene límites. Pero la estupidez, no.