EDITORIAL | Autor: Lic. José Luis Dranuta | 10-02-2019
Y BenjamÃn no arrima más el bochÃn.
Cuestión de género
Es una cuestión de género. Este año sin par, impar, nos interpela en un relato (salvaje) de la realidad que más que nunca tiene mil aristas. El cuento de BenjamÃn, ese chico entusiasta que querÃa conquistar a la señora madura, es casi como la catarsis del espacio polÃtico, habitado por polÃticos sin luces, hombres que mienten y mujeres sin escrúpulos.
En el bar de Homero, en nuestra querida ciudad, mora don Gregorio, hombre de nombre kafkiano si los hay. Gregorio siempre dice que la patria es como una señora cincuentona, que anhela a un pibe que le diga “me gusta” pero termina eligiendo un viejo gordo y solvente. Es una cuestión de estilos. En un año electoral como este, las señoras cincuentonas van al gimnasio, necesitan los me gusta, pero los votos finales, los que se cuentan de a uno, no siempre terminan eligiendo la carne por encima del alma. Entonces la teoría de Gregorio es que todas las mujeres saben lo que quieren, pero lo disimulan muy bien. Anestesiadas, encandiladas por las luces misóginas de una sociedad que les pide todo y no les devuelve mucho, entran en un dilema de la retórica y la diatriba. Lo cierto es que en épocas electorales no hay lugar para benjamines. Son los pesos pesados los que se juegan el todo por el todo. Cuando escarbamos en la red, buscando uno de esos peces descubrimos que el paso de la misma es muy grande: se han escurrido todos. “Nos conformaremos otra vez con elegir entre el gato y la vieja chorra”- dice Gregorio. Y suena el tema de Sabina que dice “la patria es una fulana… menos mi madre y mi hermana…”
Ahora también resulta que a Fabio le interesa la Patria. El 2019 es un año de conquistas. Lo que pasa es que no mide demasiado. Tal vez Lucas, o algún William (“los de nombres sajones garpan más en estas latitudes”, dice Gregorio) podrían ser potables. Los peces se siguen escurriendo y siempre quedan los mismos para los próximos años: el gato festeja y la vieja chorra va en búsqueda de una pala de punta para hacer un hoyo y sacar unos dólares: quiere irse a Punta del Este unos días y comprarse cartera y zapatos. Son muchas fechas para votar, muchas molestias para esta sociedad. La gente no quiere estas cosas. La gente sueña con una Patria con mayúscula cincuentona, que sea fiel, profesional, que trabaje, que no te vigile, que no te meta en cana por un porro mientras le cuelan millones de kilos de coca y pastillas. La patria de todos los días va al gimnasio y busca a sus novios viejos en facebook, rogando que alguno de ellos esté vivo y descubre que el que no es hipertenso tiene hipotiroidismo, o toma antidepresivos. En el año del dilema, romperse en mil pedazos para volver a armarse parece ser el camino. Las elecciones están acá a la vuelta, a tiro de piedra.
Cuando truena el escarmiento dominguero de la soledad, patriótica soledad del poder, en la que las ucronías juegan su justa sin par y arrojan a la suerte la verdad, o la mínima presencia de mentiras, el sueño de lo que pudo ser y no fue, en términos de justicia social, desarrollismo, capitalismo, derechos humanos y democracia, neoliberalismo, progresismo y esta oscura realidad, es todo un tema. Tal vez la gente prefiera refugiarse en el bar de Gregorio. Benjamín ya es historia y los de un poco más de peso comienzan a jugar la baraja. No es truco, es “Escoba del Quince”. La patria barre en la escoria buscando algo potable.