EDITORIAL | Autor: Lic. José Luis Dranuta | 04-04-2019
Tristeza nao tem fin
Lluvia
La marcha de la gente, bajo la lluvia, repudiando al gobierno, junto con su ajuste y tarifas impagables, no tiene alegrÃa; no la hubo, no la hay, ni la habrá. La gente que protesta es, en una parte considerable, votante inicial de Macri y su gente en 2015 y en 2017 ¿Cómo se pudo dilapidar tanto capital polÃtico en tan poco tiempo? El endeudamiento siniestro de un gobierno impotente y carente de respuestas nos pone frente a la realidad inexorable de sabernos un paÃs pobre, lleno de pobres, corrupto y poco solidario.
Muchas de las cosas que determinan la felicidad están fuera de nuestro control. Algunos estamos predispuestos genéticamente a ver el mundo de color de rosa, mientras que otros lo ven todo más oscuro. Cosas malas pasan y ocurren en todo el mundo: la gente puede ser cruel y el trabajo puede ser tedioso. El gobierno de Macri ha hecho lo suyo, en todo este tiempo, para aclararnos que nosotros, los votantes, los que lo hicieron por él y los que no, no controlamos nada, ni siquiera, nuestra propia alegría.
Científicamente sabemos que varios estudios longitudinales muestran que el tiempo que se pasa usando una pantalla provoca infelicidad, y los argentinos cada vez más, miramos la pantalla de nuestro smartphone. Pero que la infelicidad no hace que pasemos más tiempo usando pantallas solamente. Otras investigaciones que demuestran un aumento en los problemas de salud mental entre la generación iGen, incluyendo síntomas de depresión, altos niveles de depresión, autolesiones y suicidios fueron publicados marcando a los argentinos al tope de los tristes niveles. En resumen, el daño ya está hecho.
Lo poco que queda de la época en que recordábamos la sonrisa, es la nostalgia y el recuerdo. Ya sabemos que eso se ve más lindo en la memoria de lo que realmente era en la realidad. La angustia, sumada a la frustración, se ocupan del resto.
La marcha sigue, con gente triste, con ira, mientras los políticos ríen, por lo que les queda, mientras puedan. En el fondo, tal vez, comienza a sonar el escarmiento.