EDITORIAL | Autor: redacción | 03-09-2019
Un huevo cuesta un dólar ¿o es al revés?
El precio del billete verde
“¿Alguno de ustedes vio alguna vez vio un dólar?”, preguntó una vez Juan Domingo Perón. Claro que en esa época era más difícil de entender para el ciudadano medio en que consistía la devaluación de nuestra escuálida moneda. Si comparamos el valor actual del billete verde con su poder de compra en nuestro mercado vamos a encontrar contradicciones interesantes, similares a las de la hiperinflación que terminó con el mandato de Alfonsín anticipadamente en 1989. Como sea, los servicios han quedado en un valor despreciable si se los analiza nuevamente. Los bienes, algunos, tienen un precio absurdo por lo alto y otros por lo bajo. La consecuencia más grave sea, tal vez, el haber perdido la escala de referencia de los valores de las cosas. ¿Cuánto cuesta un café en un bar, una docena de huevos en el almacén o una lata de tomates? En varios casos la dispersión de precios puede oscilar para el mismo bien en más del 500 %.
El inesperado resultado de las PASO de ayer que le dio una apabullante victoria a Alberto Fernández sobre Mauricio Macri y la disparada del dólar que se sucedió desde el 12 de agosto en adelante, inspiraron memes en las redes, chistes de bar, en el trabajo y en la calle. La gente toma con resignación y humor de picaresca gauchesca o de porteño sobrador el sinsabor de verse arrebatado y despojado de sus ingresos, legítimamente ganados. Una y otra vez Argentina te roba: te devalúa el dinero, retiene los depósitos, te hace trampa con los impuestos, te pone retenciones en emergencia que jamás te saca y te confisca las ilusiones. Si los que gobiernan delinquen, o hacen trampa, o faltan a la verdad ¿Qué se puede esperar de los demás?
País violador, donde el que menos viola es una norma de tránsito. Peatones exaltados, piqueteros que se apropian del espacio e impiden trabajar a quienes todavía lo hacen. Trapitos que te aprietan en la esquina o contra la vereda, no son menos molestos que los inspectores de tránsito inútiles o coimeros, o las dos cosas, o los intendentes patoteros (digamos Carlos Fernando Arroyo), las gobernadoras arrogantes (digamos María Eugenia Vidal) o los presidentes fracasados (digamos Mauricio Macri). El dolor por ellos y sus años dilapidados, pero la compasión para nosotros, que los sufrimos.
Así, papas y huevos mediante, haremos la tortilla de lo que viene, porque cuando se sincere el valor de los combustibles la carne quedará para el próximo lustro. Y un huevo costará un dólar...y/o al revés.