EDITORIAL | Autor: Lic. José Luis Dranuta | 06-09-2019
Derechos en perspectiva
Cuando el poder no puede
La coyuntura electoral de 2019 se lleva puesta, pero no deberÃa, a toda la estructura de la democracia misma y su evolución. Entre esas cosas, los argentinos, como el resto del mundo algo civilizado, hemos evolucionado, en parte, en la perspectiva de derechos y la mirada sobre el otro. Cuando se habla de los derechos humanos en un lugar, se está refiriendo a la capacidad que tiene cada ciudadano de ver su vida y sus pertenencias protegidas por la ley de su paÃs. Y esta ley ha de ser justa, promulgada con la finalidad de alcanzar el bien común. Argentina, hoy mismo, vulnera los derechos de niños, niñas y adolescentes, como asà también el de los ancianos, las mujeres y las personas trans género, entre otras. Las excusas parecen provenir siempre de las mismas usinas de reflexiones: hay cosas más importantes, como la deuda con el FMI, la recesión o quién será nuestro presidente en diciembre de 2019. La realidad, aunque también esta sea una ilusión de la perspectiva del que mira, parece indicar otra cosa.
Cuando los ciudadanos vemos perturbados nuestros derechos, se debe de tener la posibilidad de recurrir a instancias superiores, administrativas o judiciales. Todas las estructuras políticas, administrativas, jurídicas, policiales y sociales tienen el cometido de asegurar que nadie se sienta injustamente tratado. Sin embargo, la situación de los derechos humanos en Argentina no puede ser homogénea ni es prudente comparar un país con otro, pero es de menor calidad que en los países más desarrollados. Todo depende de la evolución política, económica, social y cultural de cada uno y los problemas que pueda tener. Es importante recordar que cuando hablamos de Argentina, nos estamos refiriendo a 24 provincias, algunas podrían ser países en otro contexto, con trayectorias y situaciones diferentes.
Si pensamos, sin ir más lejos, en la Provincia de Buenos Aires, la realidad es muy distinta en La Matanza, Merlo o Gerli de lo que puede ser en Junín, Mar del Plata o Carlos Tejedor. Distintos conglomerados sociales, atravesados por situaciones económicas tan diversas, no permiten la justa distribución de políticas. En todo caso, nosotros, los ciudadanos, deberemos ser los garantes de los derechos en aquellos lugares en donde se los vulnera.
En educación, por caso, sabemos que no reciben igual trato y formación los alumnos de escuelas públicas o privadas de nuestra provincia. Si particularizamos a nuestra ciudad, Mar del Plata, la diferencia entre escuelas públicas provinciales o municipales (de hecho de estas últimas existen 80 unidades entre jardines, primaria, secundaria, superior y formación profesional) es abismal en cuanto a horas de clase dictadas, estructuras edilicias y régimen de meriendas, siempre a favor de la estructura municipal. Dos niños del mismo barrio periférico de la ciudad pueden tener la suerte o la desgracia de tener merienda de calidad, según hayan ido a una escuela pública municipal o provincial.
Estos casos sólo pretenden mostrar que lo derechos en perspectiva, no son lo mismo que la perspectiva de derechos. Los políticos disponen de cúmulos de informes, asesores muy bien rentados, cargos de creación, movilidad y recursos financieros, pero deciden mirar para otro lado, cuando de injusticias sencillas puntuales y concretas se trata.
Así las cosas, el 2020 no promete se mucho mejor que este "desangelado" 2019. De nosotros depende, hoy mismo, tomar cartas en el asunto y asegurar que los derechos del otro, el prójimo, el próximo vulnerable, comiencen a reconocerse y a efectivizarse.