EDITORIAL | Autor: redacción | 25-04-2020
Un cadete de lujo
Confesiones de un Ministro
Entra por la puerta, saluda como todos los dÃas. Enfila hacia el ascensor. Todos lo saludan y le desean buena jornada al "señor Ministro". El tipo más importante del edificio sabe, en definitiva siempre lo supo, que no es más que un cadete de lujo del presidente, que no es más que un cadete de lujo del capital, ahora disfrazado de fondo privado anti pandemia, que controla todo. Y estando en emergencia las cosas se resuelven de otra manera. Ahora sÃ: el telón de lo que se debÃa ver se corre, como en un entreacto, esperando que los artistas se cambien para enfrentar otros roles, con otro escenario. El primer acto no fue bueno y el segundo no promete muchos cambios.
El chico latinoamericano soslayado por Lanata, por ser repartidor de Glovo y el Ministro no parecen ser muy distintos. Los dos hacen mandados y son mandados. Cobran por ello. Ninguno de los dos opina demasiado sobre la realidad. Se limitan a entregar las encomiendas y a cobrar. Sólo se trata de vivir. La pandemia nos ha transformado en menos visibles, más previsibles y poco creíbles. El Ministro cree que se va a poder jubilar con este sueldo, si logra mantenerse tres años corridos en el cargo. El virus podría hacer que mañana mismo fuese su último día, por cualquiera de las circunstancias que trae consigo esta locura colectiva que llamamos cuarentena. La muerte es una de ellas, pero la pérdida del gobierno, o del valor de los activos, o de la nación misma, son otras razones.
-"Bien"- simplemente responde por Whatsapp el Ministro a su jóven novia que le manda una foto de las pulsaciones en la bicicleta. Él sabe que ella lo quiere más allá del cargo (o no). Si fuera una cuestión de querer a las personas por el cargo, ella habría buscado al presidente, no a uno de sus ministros.
El Covid 19 no busca a las personas, son ellas las que parecen buscar al virus. Nos tocamos, nos acercamos más de lo debido. Distanciamiento social, portador asistemático, test reactivo, barbijo, alcohol en gel...Ministro, novia, amor. Poder, corrupción, discreción, ideales, amor, amor, odio, odio, odio, engaño, revancha, volvimos para ser mejores. Ella cree que 112 pulsaciones cuando se agitan son muchas. Él la calma y le dice -"sos tan linda". El presidente habla en teleconferencia desde Olivos. Llega tarde. Algunos gobernadores lo esperan con cara de nada, frente a la cámara web, casi una hora. La cuarententa sigue. La novia del ministro sigue pedaleando en su casa. Su marido ignora que ahora también, esta, su esposa es a la vez, la novia del Ministro. El presidente ignora si los gobernadores lo apoyan, pero todos le dicen que sí. El chico de Glovo sigue entregando pedidos. Suena el timbre en el departamento del Ministro. El chico de Glovo le entrega una pizza y el Ministro le tira cincuenta mangos de propina y sube con la caja calentita. Le responde a la foto de su esbelta novia en el chat con una autofoto, sonriente, con una caja de pizza cuadrada en la mano. La foto lleva un epígrafe: "mirá lo que me voy a comer". Ella sonríe y piensa: ducha, pucho y a la cama. Él no quiere ni pensar en su rol de cadete con saco y corbata.
El presidente despide a todos y corta la llamada de Zoom. Nadie se coló en el chat. Todos se preparan para la noche que sigue al día de la cuarentena en que decidieron que seguirían al día que viene, para que la noche que viene se parezca un poco más, y menos, a esto, que ya dejó de parecerse a algo.
Mañana voy a lavar el auto, se dice para sí mismo el Ministro. Cuando el presi me mande a llamar le voy a decir que tenemos que reforzar la seguridad en las calles. Hay mucho indocumentado trabajando como cadete de las empresas de delivery. Luego se ríe y corta el piolín de la caja.