EDITORIAL | Autor: Andrés Maslyk | 31-05-2020
Volver... o no volver
No tan de prisa
"Vendo una rima, cámbiame el clima. Borra mi jeta de la receta del ganador..." JoaquÃn Sabina parece haberse adelantado al dÃa después de la pandemia, cuando todos piden volver, si fuera posible, sin la frente marchita. La gente se muestra semi enloquecida y es posible que lo esté un poco. Al fin y al cabo nadie recuerda un encierro colectivo de 90 dÃas a nivel global nunca antes. Es cuando jugar tenis, viajar un fin de semana a la costa, comer sushi en un restó o ir a un recital se asemejan a una utopÃa, para una mayoritaria clase media que vive en la región del AMBA y que no entiende de lÃmites sanitarios. La otra parte de la sociedad, la que come salteado, recibe planes sociales y organiza picaditos de fútbol en los barrios donde la policÃa ya no se atreve a entrar, hace tiempo que se desimpuso la cuarentena. Entonces los muertos e infectados de las barriadas pobres aumentan y los periodistas, con cara de estupor, tratan de explicar el fenómeno antes que rija el horario de protección al menor.
Se la llamó "30M" y es la fecha en la que usuarios de las distintas redes sociales convocaron a una caravana para marchar, a la sazón, sábado 30 de mayo, por una "cuarentena inteligente" en las principales ciudades de la Argentina. Faltaba Alfredo Casero en un primer plano diciendo "queremos flan!... no somos boludos" y era para alguien grite "cartón lleno", porque, claro está, los bingos están cerrados por cuarentena.
Una señorita bastante cheta, con barbijo y voz estereotipada de pito, gritaba por los micrófonos de TN que las libertades constitucionales estaban cercenadas por la decisión presidencial. La chica tenía sus quince minutos de fama y el movilero su sueldo diario justificado. Tal vez, todos aquellos que por estos días miraron en una media de 8 horas a esa señal, digamos que podrían acreditar unas 600 horas de gorilismo, todo una cantidad para hacer un posgrado acreditable. Solo les faltaría contestar un cuestionario, enviarlo a la dirección pertinente y aguardar por un certificado, en tamaño A4, en el que rezara un título que podría ser "Por cuanto XXXXX, ha completado 600 horas de pantalla en TN se le otorga el título de auténtico gorila pospandémico".
Claro está, en el interior la vida transcurre por otros cauces. Mar del Plata, por caso, retomó sus habituales picadas, de autos tuneados de pobres, clandestinas de jueves y sábados por la calle Juan B. Justo, a expensas de la policía que nunca ve nada. La madrugada del sábado para el domingo había tanta gente circulando por esa arteria, rumbo a las juntadas clandestinas, que podríamos decir que estábamos en los albores de la reactivación productiva anhelada del sector gastronómico, el problema es que se trata del sector informal, el que no tributa.
En Jujuy la gente ya puede circular por las distintas localidades, la flexibilización en Salta ha comenzado a notarse. Mendoza quiere volver a la normalidad y la tele muestra en que Bulgaria hay fútbol con público, mientras que en Paraguay volverá ese deporte la semana que viene.
El mundo va a olvidar rápidamente esta maniobra de tarumbas que se cobró vidas y billones de dólares. Trump se acomodará su jopo trucho y tratará de ganar las elecciones, Bolsonaro, sin cura para su propia estupidez auto impuesta, seguirá cavando fosas comunes para enterrar a miles de brasileños infectados. Así es la vida, hay que volver a vivirla a como de lugar.
Señores acuarentenados, yo me voy, no sé bien a donde. Como dice el inoxidable Joaquín "...No tan de prisa, llámame brisa, cose mi estrella en la bandera del desertor".