EDITORIAL | Autor: Andrés Maslyk | 06-07-2020
Café
Algo sencillo
Algo sencillo, algo mágico. Un café que abre la posibilidad de imaginar un futuro distinto, al menos, desde lo que vivimos en el presente de aislamiento que se flexibiliza, en la ciudad de Mar del Plata. Sacamos fotos y las subimos a las redes sociales. Nuestros amigos nos dan su MG o Like a la publicación: un pocillo de café en un café al azar, de la ciudad de Mar del Plata, dice mucho más que lo que muestra la imagen; es acaso el corolario de un tiempo en que nuestra ciudad puede mostrar, con orgullo, resultados por encima de CABA. Aquà tenemos, al menos hasta el dÃa de hoy, controlada la situación epidemiológica de un virus que ha demostrado como hace estragos en los centros urbanos. Algo habremos hecho bien, esta vez, aunque no sea el momento de celebrarlo: la foto del pocillo es el logro que nos sensibiliza, si fuera esto posible, desde el lugar de lo simple. Y en las cosas simples está el sabor de la vida.
Volver a un café después de más de 100 días de tener la entrada prohibida, se asume como un logro social. Nuestros conciudadanos han demostrado cierta diciplina a la hora de acatar normas, y eso nos ha puesto a la cabeza de los resultados cívicos, minimizando casos de contagio y trasmisión comunitaria. Mar del Plata y su conglomerado urbano, uno de los 10 más grandes del país, podría haber sido un escenario de catástrofe. Su ciudadanía colaboró para que así no lo fuera. Sus gobernantes estuvieron a la altura de las circunstancias.
Esto resulta válido de declarar aún cuando no sabemos cómo será el día siguiente, ni que retroceso en el proceso de avance de fases pudiésemos tener. Así las cosas, el retorno a la escuela en agosto, la apertura de restaurantes y shoppings son los temas que están en la agenda del intendente. Así como se fue para adelantes se puede retroceder en cualquier momento: Montenegro lo sabe, su equipo también; y así se lo ha comunicado a la prensa y a los ciudadanos.
Por ahora sigamos disfrutando el hoy, en un pocillo de café, con un tiempo máximo de permanencia de 45 minutos en el local y con un aburrido protocolo en la puerta de cada establecimiento: acaso sea el precio para poder sentirnos un poquito más libres, felices y sonrientes. Al fin y al cabo, de eso se trata.