EDITORIAL | Autor: Lic. José Luis Dranuta | 17-07-2020
Procrastinación
Argentinos a las cosas
Argentina posterga las cosas como una parte más de las costumbres que nos caracterizan como sociedad. Postergamos decisiones difÃciles y de las otras, las que tienen costo polÃtico y las que no lo sabemos. Hipólito Yrigoyen solÃa decir "tiempo al tiempo, la mitad de los problemas se solucionan solos y la otra mitad no tienen solución". El golpe de estado de 1930, que inauguró la racha infame de 53 años de militares en el poder, le dieron y no la razón, quánticamente, en simultáneo. Y asà como asÃ, 100 años después de esa frase, cuando "El Peludo" se debatÃa en la tragedia shakesperiana de gobernar o ser popular, volvemos a hacernos la pregunta del millón: ¿Gobernamos para el presente o para el futuro? Procrastinamos la respuesta.
La procrastinación es el hábito de postergar las cosas. Procrastinar quiere decir dejar para el futuro, es una palabra de origen latino, viene de procrastinare que significa aplazar. Existen muchas causas que conllevan a que una persona a la procrastinación. Existen muchas más razones que llevan a una sociedad a procrastinar los problemas de educación, salud, seguridad, justicia. Con escuelas públicas y privadas hacinadas, hospitales sin insumos y clínicas privadas ineficientes, policía inoperante y servicios de seguridad privados caros e inútiles y una justicia que se mira el ombligo y se niega a pagar el mismo impuesto a las ganancias que pagan los demás argentinos, nuestro país posterga decisiones para el futuro. La cosa parece ser ir tirando, resolviendo, aquello que podemos sin mancharnos la mácula, sin comprometer la función, y dejar para el futuro las cosas incómodas.
La AUH y el impuesto al cheque son dos claros ejemplos de procrastinación. Se diseñaron para un período corto (tal vez meses) y llevan décadas como un callo plantal para una sociedad que se niega a avanzar hacia su verdadero destino. Los piquetes y cortes de ruta, los trapitos en las calles y los limpiavidrios en las esquinas, van a cumplir 30 años y más, en nuestro conglomerado urbano. Los hijos de la patria que hoy tienen entre 20 y 30 años saben de esa normalidad. Pobres pidiendo, piqueteros quemando gomas, cortes de ruta, delitos económicos desde el poder y exhibición del botín en las redes sociales (antes en la revista Caras). La sociedad procrastinaba la decisión de expulsarlos y ellos seguían haciéndose las arcas. Cada cuatro años un mundial de fútbol nos frustra un poco más, desde hace 34 años, y procrastinamos la esperanza de armar un equipo competitivo desde que la maldición Maradona bendijo y maldijo el fútbol vernáculo.
Si bien Don Hipólito dijo "tiempo al tiempo" no es menos cierto que hace 80 años, José Ortega y Gasset pronunciaba una frase célebre en una conferencia en Buenos Aires que luego se publicaría en su libro Meditación del pueblo joven: "argentinos a las cosas". Ninguna de las dos parece haberse impuesto en la mentalidad media... tal vez estamos procrastinando la elección. No es por derribar mitos, pero tampoco fue Yrigoyen el inventor de la frase, dado que originalmente fue el chileno Barros Luco quien dijo unos cincuenta años antes: "No hay sino dos clases de problemas en política: los que se resuelven solos y los que no tienen solución".
La pandemia entonces, para Barros Luco, Yrigoyen u Ortega y Gasset representarían cosas distintas. En todo caso ninguno de los tres se habría quedado en casa, a menos que fueran mayores de 65 o integraran un grupo de riesgo. El riesgo, si por estos días existe, estriba en procrastinar al pueblo. En una de esas un día se produce la ansiada liberación de las mentes y hacemos volar por el aire a tanta estupidez, incluso a la procrastinación.