EDITORIAL | Autor: Redacción | 20-07-2020
Pandemia y postpandemia
Entre protocolos y urgencias
Mientras que Europa comienza a planificar la fase de las post-pandemia, en América Latina la situación del coronavirus continúa agravándose y la curva de contagios de muchos paÃses todavÃa no ha alcanzado su punto de inflexión.
Al COVID-19 se suman otros factores como la pobreza, la corrupción, la inestabilidad política y la precariedad de los sistemas sanitarios, que hacen que la vida de los pueblos en esta parte del mundo se convierta en una auténtica lucha diaria por la supervivencia que lleva a millones de personas a preguntarse ¿qué hacer ante este panorama?
La tarea de los políticos que toman las decisiones necesitan de consensos multisectoriales e intentan sostener un equilibrio en la balanza entre las medidas importantes y las urgencias del día a día.
Todos se mueven en aguas de borrascas, y, a pesar de las esperanzas puestas en las soluciones, muchas de estas se diluyen de manera repentina.
El sector comercial, pyme ha sufrido un parate tan grande que muchos no han podido resistir el embate. En cada rincón es visible el cierre definitivo.
En Argentina, como en muchos de los países latinoamericanos, la situación previa a la llegada del covid19 ya era grave.
La crisis no es solo económica, en el área de salud, seguridad, los recursos empobrecidos son visibles a la hora de la atención y del alto número de contagios que afecta los servicios esenciales.
La educación permite ver a las claras las diferencias socioculturales marcadas por el factor de ingresos económicos. Desigualdades que tienen que ver con la conectividad, no solo en el ámbito personal sino en la red pública que, suele ser escasa o nula. Equidad es una palabra que resuena hueca.
No se puede eludir el análisis de esta realidad como consecuencia de la corrupción y el robo sistemático que ha dejado una pobreza estructural inconcebible.
Mientras cada cual se rearma buscando renovar sus estrategias para palear la economía, el estado sigue recaudando y agobiando al sector productivo, los bancos continúan la recaudación que llena las arcas a costa de débitos, índices que se aplican como si el ingreso per cápita fuera del primer mundo.
En esta coyuntura las organizaciones no gubernamentales, ONG, fundaciones, asociaciones y grupos con conciencia social y solidaria enfrentan con valentía y decisión el hambre, el abandono y la soledad.
Con la pandemia todos tomaron conciencia de que estamos en la era digital. Llegaron las clases virtuales, el home office, la venta por internet, el homebanking y cambiaron el estilo de vida de todos.
La transformación digital, inteligencia artificial, robótica y otros avances científico-tecnológicos están cambiando aceleradamente la forma de trabajar y relacionarse entre las personas.
Según el informe 2018 del Foro Económico Mundial, en los próximos años hasta un 42% de las tareas hechas por humanos podrán ser realizadas por máquinas. En este sentido, la pandemia del Covid-19 está contribuyendo a acelerar dicha transformación. Por otra parte, diversos investigadores han estimado que un 42% de los despidos resultarán en pérdidas de empleo permanentes.
La pandemia del Covid-19 ha puesto a prueba a casi todos los países en el mundo. Esta prueba se traduce en la vida social como prueba de liderazgo político, de los sistemas de salud, de los servicios de atención social y de las relaciones entre los seres humanos entre sí y con el medio que los circunda. América Latina se enfrenta a grandes desafíos ante esta amenaza. El más notorio es el empleo informal. Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el número de personas sin empleo podría llegar a un récord de 41 millones, de los cuales, 25 millones ya estaban sin trabajo antes de la pandemia. Un peligro inmediato de esta situación es el aumento de las desigualdades sociales, debido a la reducción significativa de los ingresos. Otro elemento que amplía esta situación dramática es la presencia del trabajo informal, que para América Latina y el Caribe, en 2019 ya rondaba el 51 por ciento de la población, según datos de la OIT.