EDITORIAL | Autor: redacción | 26-04-2021
Una cuestión de perspectiva
Tal vez no se entienda demasiado
“El mundo es un lugar peligroso, Elliot, y no por culpa de aquellos que hacen el mal, sino por la de aquellos que miran y no hacen nada”, le dice Mr. Robot al protagonista de este thriller digital. En sí mismo la realidad no es tan binaria como el bien versus el mal, pero la tendemos a simplificar porque ponernos en una de las orillas de la grieta nos abriga, por decirlo en términos correctos políticamente, nos acerca a nuestra zona de confort. El cerebro, ya sabemos, por pura supervivencia y ahorro energético quiere pensar menos, cada vez menos. Los políticos hacen el resto.
La semblanza de este personaje, Elliot, nos dice que llega a conocer a las personas de la única manera que puede: hackeándolas. No necesita hablar si quiera, solo deja que la gente le demuestre sus debilidades. Al violar la privacidad de todo el que lo rodea (amigos, familiares, compañeros de trabajo) se siente incapaz de confiar en nadie. Tampoco se siente capaz de aceptar aquellos aspectos que las personas deciden mostrar o lo que deciden ocultar. Nuestro escenario de eterna pandemia moral, se podría resumir en pequeños tramos de la serie Mr. Robot, en princinpio. Claro que aquella no es simplemente la historia de Elliot, un programador que trabaja en seguridad informática de día y es un hacker de noche. Hasta aquí no estaría diciendo toda la verdad ni estaría mintiendo sobre ese argumento. Mr. Robot es tantas cosas más que parece imposible darle un sentido de continuidad a lo que se quiere decir de él, (cualquier parecido con nuestro gobierno actual, o anterior y nuestra denostada realidad, es pura coincidencia).
Eliot o el anónimo vigilante de nuestra patria, en todo caso da lo mismo, reflexiona en un momento: ¿Puede ser que todos pensábamos que Steve Jobs fue un gran hombre incluso cuando sabíamos que ganaba millones explotando niños? O tal vez el hecho de que sentimos que nuestros héroes son falsos. El mundo en sí es un gran fraude: nos spammeamos los unos a otros con nuestros comentarios de mierda disfrazados de reflexión, nuestras redes sociales se hacen pasar por intimidad. ¿O tal vez es porque votamos por esto? No con nuestras elecciones arregladas, sino con nuestras cosas, nuestra propiedad, nuestro dinero.
Las vacunas que llegan en avión por docena, en lugar de millones, las medidas de gallito ciego de un gobierno autista nacional, con un esquizofrénico gobierno provincial y un irreflexivo jefe de gobierno de CABA nos da tela para otra temporada de Mister Robot.
Al fin y al cabo lo que referimos es una serie que se dedica a ponernos incómodos, a combinar elementos contradictorios, a tenernos sentados en el borde de nuestro asiento, pendientes de cada palabra. Se ve en los planos descentrados, se palpita desorden medular. Por suerte, nuestra argentina vida cotidiana es otra cosa.
Ponele...