EDITORIAL | Autor: Redacción | 15-07-2021
Amarga profecÃa
Los 100.000 muertos
Cuando comenzó la pandemia algunos analistas decÃan que a una población como la nuestra el COVID impactarÃa en una cifra cercana a los 150.000 muertos. En ese momento, allá por marzo de 2020 ese número nos sonaba irracional. Lamentablemente hoy sabemos que ese guarismo es posible y tal vez, incluso, se supere. Las culpas se cruzan de un lado al otro de la grieta, pero lo único real es ese atroz número que por estos dÃas ya es una certeza: 100.000 muertes por COVID en Argentina. Según Macri podrÃan haber sido menos y según Alberto y Cristina, muchas de esas muertes se produjeron por el agujero que habÃa dejado Macri en salud. A esta altura, quienes han perdido algún ser querido detrás de este virus de diseño no tienen mucho ánimo para convalidad u oponerse a estos argumentos que agrandan, una vez más, la absurda grieta nacional.
Se lee por algunos medios que , en términos comparativos, el virus se llevó el equivalente a la población total de una ciudad del tamaño de Santa Rosa; la posición del país en el ranking global de la pandemia, pero lo cierto es que en el ranking global, la Argentina ocupa uno de los peores lugares. Esta mañana, con una tasa de 2239 muertes cada millón de habitantes, estaba dentro de los diez países más afectados. Perú encabeza esa ominosa tabla, que incluye a otros países de la región en los primeros lugares. Brasil y Colombia están incluso peor que la Argentina. El virus no distinguió colores políticos y fue impiadoso con América del Sur: ninguna otra región se vio tan diezmada. Su daño se cuenta en muertes, pero también en el derrumbe económico y en los miles de chicos en edad escolar que vieron interrumpida su educación.
El coronavirus es despiadado no sólo por lo contagioso y letal, sino también por la imposición de agonías en soledad a las que obligó, en especial al inicio de la pandemia. Los protocolos y la deshumanización de la situación no ayudaron mucho. Los políticos, ahora sí lo sabemos, de ambos lados de la grieta, no estuvieron a la altura de las circunstancias.