EDITORIAL | Autor: Redacción | 04-10-2021
El juego del calamar...en modo argento
Una vueltita más
No se trata de jugar a "luz roja, luz verde" o a recortar galletas sin que se rompan, so pena de ser exterminado con un tiro en la cabeza, pero vale la pena la analogÃa. En Argentina jugamos a diario el absurdo juego de eliminar adversarios para agrandar la canasta de premios. Con la hipótesis de que si reducimos gente quedará más para repartir, nos venimos machacando desde hace décadas. En el lÃmite, cuando quede uno solo, ese ganador lo tendrá todo, más no lo podrá compartir con nadie. La guerra por el poder entre Cristina y Alberto es una muestra gratis de esta carrera demente: y los eliminados venimos siendo nosotros; no los marginales de Corea.
Si usted es uno de esos que aún no vio la serie "El juego del calamar" por ahí se quede afuera de lo que hemos escrito arriba. La temática gira en torno a 456 personas que por diversas situaciones tienen problemas económicos como deudas impagables. Todos son invitados a participar en una sangrienta competencia que consiste en varios juegos infantiles y el ganador se llevará un premio millonario, pero los perdedores son asesinados sin piedad. Protagonizada por Gong Yoo, Park Hae-soo, Lee Jung-jae, Oh Young-soo y Jung Ho-yeon se convirtió en una mina de oro para los actores que no paran de recibir propuestas laborales y acuerdos comerciales alrededor del mundo.
Argentina es un poco este sangriento ecosistema que se devora todo, incluso las ilusiones. A la altísima inflación y recesión indómita, con umbrales de corrupción muy altos y la consecuente fragilidad del sistema jurídico legal, le debemos sumar la clase política torpe y miope, que no para de cometer errores suicidas, en una sociedad que todo lo permite. Así las cosas, jugar para ganar o morir parece ser el lema.
El grito sagrado, libertad, que pronunciamos cuando cantamos el himno, que termina con la sentencia de jurar con gloria morir, pinta una identidad que se ha convertido en nuestro sello de vida: la muerte. Contrafácticios, nos movemos por la vida desafiando las leyes de la lógica, a riesgo de que todo se termine con un tiro en la cabeza, pensando que el futuro será mejor si nos toca el botín millonario colgado en una bola transparente.
El final de la serie, como el de nuestras expectativas, es abierto. Ignoramos si habrá una segunda parte, o si viviremos para verla.