EDITORIAL | Autor: Lic. José Luis Dranuta | 17-10-2013
¿La lealtad?... bien, gracias!
17 de Octubre eran los de antes
Tal vez los chicos de La Cámpora, tan adeptos a los uniformes de jeans y remeras alegóricas, bombos de confección artÃstica y zapatillas costosas pero desalineadas, ignoren que el 17 de octubre de 1945 existió un hecho fundante que a la postre devino en el otro, el que hoy festejan.
Como sea, ya no nos queda ni el recuerdo del recuerdo. En este nuevo marco de definición histórica, en donde fue Colón genocida, Roca fue asesino de indios y "el tío Cámpora" fue un auténtico revolucionario de los setenta.
Perón, entonces, no encaja muy bien en el relato oficial. Perón molesta, porque tiene pasado militar. Si el General tuvo algo en su vida fue disciplina y perseverancia. Perón pensaba que Cámpora era un tipo débil e ideal para secretario (timorato, pusilánime). La Cámpora vindica a un Cámpora que existe en el imaginario del constructo no tan juvenil: un luchador progresista de los derechos humanos en la época en la que aún no se llamaban así.
Si alguno de los chicos de esta agrupación leyera sobre La Masacre de Trelew, sobre los tiempos violentos de los setenta, vería que el ahora "Super Tío" no encaja. En palabras de Halperín "...aún frente al riesgo de pecar por redundante o frívolo, deseo agregar mi propio conocimiento respecto de este ridículo señor Héctor J. Cámpora, al que hoy los jóvenes idealistas de entonces quieren presentar -arteramente- a los jóvenes argentinos como un ícono libertario para que se traguen un enorme sapo."
El 17 de octubre de 1945 fue el día en que se produjo en Buenos Aires una gran movilización obrera y sindical que exigía la liberación del entonces coronel Juan Domingo Perón. Desde la Secretaría de Trabajo y Previsión Social, creada a su pedido, Perón había promovido los derechos de los trabajadores. Claro que los sindicalistas y obreros que marcharon no estaban pagos. No tenían planes sociales, ni remeritas impresas. No le daban viandas para almorzar ni cargos públicos para cobrar a fin de mes. Eran lo que eran, marchando por una idea.
Como todo se desdibuja en la línea de tiempo y Colón - Roca - Perón - Cámpora - Cristina podrían ser las paradas imaginarias del metro (subte) del tercer milenio. Tal vez, un futuro Joaquín Sabina le cante al amor que trabajaba en los Tribunales de Madrid, ahora porteños y en lugar de decir "Tirso de Molina, Sol, Gran Vía, Tribunal... donde queda tu oficina para irte a buscar..." simplemente diga "subirás a mi caballo de cartón y te recogeré en la estación Cristina K, me podrán robar tus días pero no tus noches (ni los recuerdos...).