EDITORIAL | Autor: Lic. José Luis Dranuta | 19-11-2013
Con la foca al hombro
Festival de Cine de Mar del Plata
El Festival de Cine comenzó sin pena ni gloria. Algunos polÃticos utilizaron el espacio para sacarse las fotos oportunistas. Los funcionarios hicieron algo similar. La atención a la prensa fue un desastre y las acreditaciones brillan por su ausencia. Un descontrol más, de los que evidenciamos como sociedad, cada vez que intentamos algo que nos excede.
Cuando en la época de Menem se decidió reeditar el Festival de Cine se pensaba que trayendo a figuras rutilantes la cosa nos iba a dejar buena imagen. Así, le pusieron una montaña de plata a Sofía Loren para que se saque un par de fotos y apoye sus manitos en la vereda de los famosos que tenemos emplazada en la puerta del Hotel Hermitage. El Festival no levantó el vuelo esperado en aquel entonces y no lo levanta ahora.
Una película venezolana, la mirada puesta en Latinoamérica como eje, mucho dinero del INCAA (o sea suyo y mío) para financiar todo y poco aporte de los privados. El cine adormecido de los subvencionados nos viene a contar las historias sin argumento que ya conocemos. Así y todo, la magia del celuloide, ahora en formato digital, se pretende de que siga intacta.
"Siempre me emociona cuando me dicen que está la posibilidad de venir al Festival”, afirma Leonardo Sbaraglia, que llegó a Mar del Plata el sábado para participar del lanzamiento del 28° Festival de Cine donde presenta “Choele” de Juan Pablo Sasiaín, que forma parte de la competencia latinoamericana. Todos miramos como cholulos y embelesados algo que entendemos muy poco, que la semana que viene pasará desapercibido. Montones de dinero oficial construyen la cultura, entonces, la cultura le deja de pertenecer al pueblo, su legítimo tenedor, para pasar a ser la cultura oficial; y eso me suena a cuento de otra época.
Ser empresario de cine hoy es más relajado que tener un restaurante, por ejemplo. El estado te pone la plata y lo tuyo pasa por crear. Me imagino esta legitimidad creativa aplicada a otros sectores; como la elaboración de productos envasados, la tecnología, el agro o la producción láctea.
Lo cierto es que un estado despilfarrador está generando una suerte de colectivo de holgazanes que son mantenidos por las arcas mientras critican el capitalismo neoliberal de los noventa u organizan talleres para la memoria activa de lo que sucedió hace cuarenta años. En todo caso me quedo duro, como los lobos de piedra que vigilan la entrada en la alfombra roja. La carga residual del festival nos va a torcer la espalda contribuyente, una vez más. Como si lleváramos la foca al hombro