EDITORIAL | Autor: Lic. José Luis Dranuta | 21-02-2014
La soledad de un perdedor
El celular de Dios está ligado
Pocas veces en la vida se ve a un ganador tan fracasado como Carlos Bianchi. La arrogancia, los pelos, el humor y su don de gente se fueron por la alcantarilla. El mismo odioso técnico que no concede reportajes y contesta con ironÃa se muestra como lo que es: un soberbio, fastidioso y perdedor, a la espera de un milagro comunicacional, o que el mismÃsimo Dios le de una pista.
El 6 de diciembre, en una nota el Virrey dijo que "quedó demostrado" que esta temporada la cábala no estuvo de su lado. "Termino el año preocupado y sin ningún motivo como para festejar. El año ha sido mediocre", se sinceró.
"Este año quedó demostrado que no tengo el celular de Dios, como tantas veces se dijo. No hicimos un buen año. Debemos mostrar otra cara y acercarnos a los encuentros que mejor jugamos. Las claves, siempre, son el trabajo y los jugadores", subrayó el Virrey.
"Termino el año preocupado y sin ningún motivo para festejar. El año de Boca ha sido mediocre. No tuvimos la regularidad que hay que tener para ser el mejor. Por eso no ganamos nada", admitió Bianchi en conferencia de prensa en Casa Amarilla.
Sobre el torneo en general, opinó: "Fue raro. Hasta nosotros podríamos estar prendidos en la última fecha. Quiere decir que no había diferencia entre los más regulares y los menos". Sin embargo, reconoció: "Hay que ser conscientes que no merecíamos estar, el principal enemigo de Boca es Boca".
Con respecto a su futuro, señaló: "Tengo mucha más ganas de trabajar de las que tenía en enero. No termino el año cansado ni agotado. Sí preocupado por las cosas que vivimos este año. Pensando en el 3 de enero".
Casi 90 días después, el fracaso es tan estrepitoso y notorio que no quedan muchas palabras para agregar. La crónica de la derrota es una guadaña que no reconoce de misterios ni de cábalas. La lógica es sencilla. Hay que ganar, Boca no lo hace, entonces pierde, guiado por el perdedor más significativo de los últimos años.