EDITORIAL | Autor: Lic. José Luis Dranuta | 20-04-2014
Cien años de perdón
Le chorearon el auto a Anibal
A AnÃbal Fernández la sensación de inseguridad lo alcanzó en 3D y de cuerpo entero. En lo personal no me alegro en absoluto, pero en lo general supongo que lo igualó con mi condición de ciudadano de a pie, que sufrà un asalto el sábado pasado y pude comprobar en carne propia la inacción de todo el aparato que nos protege.
El senador Aníbal Fernández fue asaltado es sábado por la noche por cuatro delincuentes, que le robaron su auto BMW en Avellaneda. Según pudo confirmar LA NACION, el senador viajaba sin custodia cuando cuatro ladrones lo encañonaron y se llevaron el vehículo. Una hora y media después del robo, el auto, que contaba con rastreador satelital, apareció abandonado en Constitución.
Entonces el dicho de "ladrón que roba a ladrón..." es perfectamente aplicable. No porque Fernández sea ladrón de algo, cosa que no podemos ni escribir ni cpomprobar, sino porque lo emparda al común de todos los argentinos que a diario nos afanamos entre nosotros para sobrevivir. Nos robamos la confianza, la esperanza y el capital. Aplicamos recargos indebidos a las tarjetas de crédito, generamos inflación, descontento y rumores. Llegamos tarde al trabajo pero firmamos en hora, cruzamos semáforos rojos, evadimos impuestos y hasta votamos según pensamos le va a ir a nuestra economía particular, sin importarnos el prójimo.
Ladrones que roban a ciudadanos como nosotros venden los teléfonos agenciados en las galerías del centro y nosotros los compramos porque son más baratos. Como Jaime, el funcionario K que acumula más causas, o Felisa Micchelli, que siendo ministra le encontraron una bolsa con guita en el despacho, que no podía justificar, todos nosotros tenemos "un muerto de en ropero", algo que esconder. Los chorros que nos chorean, le meten algo de justicia a esta desigual sociedad, aunque sea dificil de explicar.
Seguramente si usted es un OPINAUTA honesto, deberé decirle que lamento incluirlo en la bolsa. No le digo que tire la primera piedra porque no creo que alguno de nosotros esté en esas condiciones. Como sea, Aníbal, usted y yo seguramente fuimos víctimas y victimarios. Aunque no todos en la misma proporción.