EDITORIAL | Autor: Lic. José Luis Dranuta | 27-04-2014
La Ley justifica los medios
La Ley de Medios y el fallo de la Corte Suprema
Si algo es un ente de difÃcil comprensión en esta realidad polÃtica actual es la Ley de Medios y su aplicación. Muchas voces se han pronunciado sobre el fallo de la Corte Suprema de Justicia que avaló la constitucionalidad de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. A continuación, un recorrido por algunas de esas opiniones.
"La ley de medios contiene limitaciones a la libertad de expresión y al uso del espectro que no aparecen en ninguna de las otras leyes de América latina. Ni siquiera en la ley de Venezuela que hizo sancionar Hugo Chávez", dijo Silvana Giudici, titular de la Fundación Libertad de Expresión + Democracia (LED).
Giudici, ex diputada radical, fue presidenta de la Comisión de Libertad de Expresión de la Cámara de Diputados. Ayer condujo el seminario "Ley de medios. ¿Más o menos voces?", una jornada de reflexión y discusión sobre aspectos legales y técnicos de la norma organizada por LED. Participaron legisladores, dirigentes opositores, constitucionalistas y expertos en medios.
El senador radical Mario Cimadevilla afirmó: "Resulta paradójico que el Gobierno diga que impulsa la ley de medios para tener más voces cuando el kirchnerismo, en realidad, nunca promovió el pluralismo, sino un discurso hegemónico".
También desde el arco político criticaron duramente la ley los diputados Patricia Bullrich (Unión por Todos), Gerardo Milman (GEN) y Gabriela Michetti (Pro).
Bullrich afirmó: "La ley de medios no puede ser mejorada, porque está mal hecha. El Gobierno la sancionó de mala fe, para asegurar su posición de privilegio en materia de comunicación y, por eso, la ley parte de considerar que la gente puede ser manipulada. Directamente hay que derogarla, para generar un espacio democrático amplio y dictar otro marco regulatorio".
Todos opinan, mientras el enemigo público número uno del gobierno parece ser el Grupo Clarín. Poco y nada se habla de los medios adictos al poder y en transa con ellos en el interior del país, que constituyen un monopolio y un relato hegemónico. Mar del Plata tiene una historia para contar en ese aspecto. Pero eso parece ser otra historia.