EDITORIAL | Autor: Lic. José Luis Dranuta | 02-07-2014
El atroz encanto de sufrir
El dÃa después
Si el mundial de Brasil pone en evidencia algo es que, por ahora, seguimos en carrera, aunque sufriendo más de lo necesario. Una condición que parece que a este ser nacional y popular, le fascina, tanto como gusta vestirse de forma desalineada cuando podrÃa hacerlo de una manera mejor. Los muchachos argentinos dejan todo dentro de la cancha, al menos eso creemos, a la vez que suponemos que con menos, pero distinto orden, hubiésemos obtenido mejores resultados ¿Es que acaso hay mejores resultados que los obtenidos hasta este momento?
Una vez Boca Juniors ganó una Copa Sudamericana en una final por penales, en la que su arquero, Abondanzieri, contuvo un penal y convirtió el suyo, en una serie interminable de penaltis que salió favorable al fin para los Xeneixes. Cuando le pusieron el micrófono al fin del partido dijo algo así como que “esto no era necesario, se sufre mucho por estar en Boca”. Lo que “El Pato” quería decir era que Boca, en el trámite normal, lo ganaba sin dificultad. El eterno boludeo nacional hizo el resto y se llegó a la última instancia sufriendo. Siempre tenemos la misma pregunta retórica ¿era necesaria tanta angustia, tanta adrenalina, para festejar?
Sospecho que los argentinos, más de una vez, quisiéramos ser como esos formales de la propaganda de TV que dicen recatadamente “gol, estamos a cinco minutos de ser campeones del mundo, esto es un hecho positivo”. Simplemente que no nos sale ser así. En lo individual podremos ser de una forma distinta, pero en lo colectivo somos la masa caótica, la que deja todo para último momento, la que llora de emoción y putea al mismo que cinco minutos después lo bendice en un altar.
El día en que se termine este sueño de Brasil 2014, ya sea que nos toque jugar los siete partidos y salgamos primeros, segundos, terceros o cuartos; o que nos vayamos a casa eliminados por Bélgica este sábado, una tonelada de gritos van a inundar el espacio al grito de “yo sabía que esto iba a pasar”. Porque si algo tenemos desarrollado, además de todo lo otro, es esta exagerada capacidad predictiva de hechos que nunca y siempre suceden. Ya sabe, ni buenos ni malos: incorregibles.