EDITORIAL | Autor: Lic. José Luis Dranuta | 26-08-2014
¿Esperar a que escampe, o hacer algo?
Ponerse las botas
El gobierno municipal no gana para disgustos. Los fenómenos climáticos de esta Ãndole muestran lo precario de nuestro tejido social. Entonces todos tratan de buscarle el sentido a los actos de gobierno. Si un funcionario se calza las botas y se mete en el barro es criticado. Si no se las pone, también. La mayorÃa de las obras de este gobierno rendirán su rédito polÃtico en el que viene. Sin embargo, la débil estrategia de comunicación, en conjunción con la mala intención de la clase polÃtica opositora, pintan un panorama inexacto de una ciudad que pide a gritos millones y millones de inversión en infraestructura, más un cambio de su matriz productiva.
Las medidas que el gobierno debería tomar para erradicar los barrios precarios de los suburbios de nuestra ciudad requieren de miles de millones de pesos. Así como suena de lejana y absurda la cifra. Nuestra ciudad tiene un diagnóstico más o menos acertado de la problemática social y de infraestructura reinante. Sin embargo, las inversiones no llegan, o las que llagan son escasas. En los últimos años se ha avanzado en materia de obra pública local como nunca antes. Así y todo, es insuficiente ¿Es que nadie se da cuenta que nuestra ciudad necesita más fondos para infraestructura, salud, seguridad y educación? Si pretendemos ser una urbe desarrollada necesitamos dinero para solventar los proyectos. Hoy por hoy es casi una utopía conseguirlo. Los desbarajustes nacionales y el autismo provincial dejan con poca chance a nuestros funcionarios locales. Entonces, un par de días de lluvia y viento son tratados como si fuese un terremoto de 8,2 grados en la escala de Richter; pero se trata de lluvia y viento: nada más y nada menos.
Mientras existen dos tipos de persoanas, que ocupan cargos en los tres poderes de los tres niveles de nuestro país; es decir, aquellos que creen en la política entre los hombres y aquellos que apuestan a las cosas, se hace casi imposible encontrar el justo medio. Difícil, explicarle esto a un vecino de Parque Palermo, con veinte centímetros de agua invadiendo su casa. Amarga realidad, si las hay, mientras en otras esferas se discuten candidaturas para el 2015, o se debate la suerte de un concejal en el recinto.
Es muy gallego, ahora muy argentino, eso de esperar a que escampe. Es decir, esperar a que deje de llover o, al menos, a que la lluvia se transforme en un tibio chaparrón que permita reanudar las tareas sin peligro de terminar empapados. Lo extraño es que esa práctica campesina haya alcanzado en Argentina el nivel de teoría política. Quizás se trate de una adaptación doméstica del clásico de los noventa "desencillar y esperar que aclare".
O, como en cien años de soledad, tal vez ahora no pueda hacerse nada. "-Bueno -dijo Aureliano Segundo-, algo se hará cuando escampe." y se conformaba con una ración de carne y arroz cada vez más débil.
Y un día, así como así, escampó, y ya entonces era muy poco lo que podía hacerse.