Indicios del fin de otro colonialismo
La ONU trata de sintonizar
La histórica votación de la ONU refleja, como hace medio siglo cuando se votó la resolución que puso fin al colonialismo, un mundo que está cambiando. La votación es poderosa porque da cuenta del auge de nuevos polos (China, Rusia, América latina) y una crisis al interior de los tradicionales (Europa votó dividida, Estados Unidos perdió su poder de seducción). Lo que arrancó en el 2003, con un Kirchner solitario diciendo que “los muertos no pagan”, se cierra con Cristina diciendo lo mismo, en el mismo lugar, pero apoyada por otros 132 países.
Los débiles necesitan asociarse con otros para conseguir cosas. Solos, lo único que logran es reforzar su situación de debilidad. Esa ley de la vida también funciona para explicar la relación entre los países. La hegemonía solitaria que Estados Unidos ostentó durante los últimos 25 años es un ejemplo de ese comportamiento, como también la gran coalición multilateral que, en los últimos tiempos, intenta reemplazarla. Unos y otros, necesariamente, funcionan con lógicas distintas. Esa gran coalición internacional se anotó ayer un punto muy importante en la Asamblea General de la ONU.
124 países de los cinco continentes lograron, por primera vez en la historia de la ONU, que la Asamblea discuta una normativa sobre las reestructuraciones de deuda soberana. Hasta el día de ayer ese tema era de exclusiva competencia de los agentes privados y los organismos financieros internacionales, y por supuesto los propios estados involucrados. Ayer, los “mercados” perdieron una batalla internacional frente a las soberanías nacionales. Y lo hicieron, además, frente a los países menos poderosos del mundo, que tuvieron que amucharse de a decenas para torcer la costumbre.
La pregunta no deja de tener sentido: ¿sirve la ONU? Podría pensarse que la Asamblea General, órgano permanente donde están representados los países y todos valen un voto, es un lugar donde declaraciones en favor de la humanidad y las buenas intenciones es moneda corriente, que lo que se disponga en esos salones difícilmente pueda con el avance del capitalismo financiero, animal que no suele detenerse frente a sensiblerías políticas. Sí y no.
A diferencia de una campaña de UNICEF, la declaración del día de ayer, donde se estipula que antes de fin de año Naciones Unidas tendrá una propuesta de marco regulatorio para reestructurar deudas soberanas, fue una larga aspiración de muchos países y cumbres de Presidentes de los últimos años. El impulso diplomático argentino y, tanto como eso, el temor de otros países de verse en la misma situación de chantaje judicial que hoy vive la Argentina con los fondos buitres, funcionaron como aceleradores.