EDITORIAL | Autor: Lic. José Luis Dranuta | 14-09-2014
Horizonte: el año que viene a la misma hora
Éramos buenos mientras no nos habían comprado
Tratar de encontrar una acción de gobierno que no tenga un tinte político de connotaciones electorales es una misión imposible. Toda acción de los gobernantes de las esferas nacionales, provinciales o municipales está manchado de expectativas electorales. Nuestra presidente, el gobernador y el intendente han aprendido, como nunca, la importancia de estar en la foto formulando anuncios. Detrás se ve muy poco o nada de sustento. Ejemplos cotidianos sobran, simplemente con observar la tapa de los medios de comunicación adictos, tomaremos verdadera consciencia de cómo se los ha disciplinado, detrás de la pauta oficial y de la promesa de “carguitos” políticos ¿Es necesario ser más explícito? Haga clic en la nota y “Sígame, que no lo voy a defraudar”
Podría aburrirlo hasta mañana con ejemplos pero le voy a dar tres, de fecha reciente: uno de la Nación, otro de la Provincia y el último de la Municipalidad.
El 11 de septiembre, día del maestro, la maestra de esta política de las apariciones oficiales con impacto, Cristina Fernández, lanzó el plan de 12 cuotas, haciéndole propaganda a las tarjetas, por cadena nacional. Scioli, ese jueves recorrió cuatro localidades de la Provincia de Buenos Aires y ese mismo día, Pulti, encabezó el acto por el día del maestro, pero asistió a no menos de cinco eventos más.
Tanta aparición mediática no se lleva muy bien con la gestión. Mientras se asiste a diversos actos se cumple con una pequeñísima parte del rol de gobernar y se descuida la más importante porción de la responsabilidad gubernamental que es la de gestionar los asuntos de gobierno.
Archivada la posibilidad de que Cristina vuelva a ser presidente, Scioli tiene la idea fija y ya casi ni se ocupa del gobierno de su provincia. Pulti, directamente lanzado a su tercer mandato, a partir del incendio de Baragiola, trata de revertir esos años de ostracismo que tuvo a partir de la abrumadora mayoría legislativa, que perdió recién el año pasado.
Todos los actos simbólicos buscan quedarse en nuestra retina, o en la memoria, para que votemos de forma esperable, en las elecciones del año que viene. La verdad, que está muy distante del mero acto electoral, va en otra dirección. En el espectro de los sentidos, tal vez los marplatenses, los bonaerenses y los argentinos, recuperemos ese espacio de reflexión que nos permita elegir en serio a nuestros gobernantes del próximo mandato.