EDITORIAL | Autor: Redacción | 05-12-2014
Estamos para más
Tal vez no
Recientemente me tocó circular por las calles de La Plata, capital de la Provincia de Buenos Aires. No cabe duda que se trata de una ciudad de una belleza inigualable, incluso con sus propios tics urbanos. Uno de ellos, que me llamó poderosamente la atención, eran las caravanas ciudadanas de autos que celebraban que algún alumno se habÃa recibido en las facultades o instituciones superiores que tiene esta prestigiosa ciudad.
El cuadro era más o menos este: una caravana de 4 a 6 autos, en el primero trasladando a la víctima consentida del escrache, lleno de huevo y harina, sentado en el baúl, escaso de ropa, con cartelitos alegóricos que aludían al acto de haber concluido la carrera.
Ruido, bocinazos, pequeños desmanes y ultrajes urbanos que aquel que alcanzó su título de médico, abocado, mecánico dental, ingeniero, martillero o psicólogo, entre otras profesiones. Me quedé pensando que estos actos evidenciaban una absoluta falta de creatividad con el hecho sublime de recibirse en la facu. Del intento de instalar una tradición a la auténtica levedad de un hecho intrascendente para la mayoría de los ciudadanos, que coexisten con una especie de ritualidad indefinida, simpática y desafortunada, chabacana y cómplice, absurda y memorable.
Los residuos del festejo, por su puesto nunca limpiados por quiénes lo produjeron, se acumulan en lugares recónditos de los edificios públicos y privados destinados a la formación académica. Lamentablemente en Mar del Plata, en el complejo universitario, o en la esquina de Gascón y Olavarría, en la Universidad CAECE, solemos ver como se ensucia y mansilla la vía pública y los espacios públicos, en aras de celebrar que la sociedad ha parido un nuevo profesional, alguien que viene a aportar sus conocimientos en términos de saberes socialmente significativos, para construir una sociedad mejor.
Claro que cuesta castigar con la opinión hechos tan triviales, cuando energúmenos como la Hiena Barrios, matan impunemente a una mujer embarazada y a su hijo y se escapan del lugar, o el fatídico caso de Lalo Ramos, por nombrar conocidos. A los desconocidos de siempre, el asesino del sargento Walter Barrera, el animal que le disparó a un pequeño niño en una heladería, o el asesino serial al volante de buena familia marplatense, que ya cuenta un par de muertes en su haber, son materia de análisis más urgentes y sofisticados desde el punto de vista sociológico, para tratar de comprender qué nos sucede como sociedad.
Lo que sucede es que el último bastión, la reserva de la sociedad que cuidamos, sostenemos con nuestros impuestos y apoyamos desde distintos frentes, son los profesionales jóvenes. Y si ellos muestran tanta confusión, tanto destrato con la sociedad y tanto autismo, frente al universo que los alimentó y los cuidó, para que lleguen a esa meta, hace que sienta, en lo personal, que el esfuerzo por ser un colectivo cada vez mejor, es estéril. Tal vez si entre todos, le damos una vuelta de rosca al tema, logremos entender, al menos en este aspecto, qué nos sucede.