EDITORIAL | Autor: Lic. José Luis Dranuta | 18-12-2014
Polarización por el acuerdo con Cuba
SÃndrome de la Gata Flora
En los grandes medios se marcó el contraste entre demócratas y republicanos, mientras que en Florida, donde vive la influyente comunidad cubana-estadounidense, la cobertura fue más matizada.
Casi en simultáneo, ambos Presidentes salieron a comunicar a sus respectivos ciudadanos que se había dado una vuelta de hoja en la historia bilateral. Barack Obama y Raúl Castro anunciaron al unísono un acuerdo que incluye la apertura de embajadas diplomáticas, la incorporación de Cuba en la próxima Cumbre de las Américas, el retiro de la isla de la lista de países acusados por Estados Unidos de promover el terrorismo, así como la devolución mutua de presos acusados de espionaje.
¿Es el fin de un resabio de la Guerra Fría? Algo de eso indudablemente hay. Como recordó Obama -en un discurso donde los argumentos estuvieron todos al servicio de desmontar el sentido común construido por los exiliados cubanos en Miami durante largas décadas- Estados Unidos tiene excelentes relaciones con China desde la década del 70, a pesar de que allí sigue gobernando el Partido Comunista y con Vietnam, país al que invadió y donde murieron miles de jóvenes norteamericanos en una de las guerras más largas del siglo XX. Cualquiera de los dos casos pone en ridículo las razones “éticas” o “ideológicas” para continuar con la política del aislamiento y embargo frente a la pequeña y vecina Cuba.
Al mismo tiempo, la notable persistencia cubana había vuelto a esa política cada vez menos efectiva. Luego de la caída de la Unión Soviética en 1991, la diplomacia de La Habana no esperó mucho tiempo para salir a buscar nuevos socios y reforzar alianzas preexistentes. Lo hizo con los países latinoamericanos, que con el fin de la Guerra Fría fueron logrando mayores márgenes de maniobra, lo que permitió incluir a Cuba en diversos foros regionales, restablecer vínculos comerciales y políticos, hasta el punto en que, en estos mismos momentos, La Habana es sede de los acuerdos de paz entre las FARC y el gobierno de Colombia.
Al mismo tiempo, muchos países de Europa, como España, Francia o Alemania comenzaron a enviar contingentes de turistas cada vez más numerosos a las playas paradisíacas de la isla. A medida que comenzó la obligada apertura económica, inversiones empresarias del Viejo Continente a empezaron a reproducirse en áreas de servicios y producción, antes vedadas al lucro capitalista.
Otro tanto ocurrió en los últimos años con China y Rusia, quienes vieron en Cuba una amable puerta de entrada en un hemisferio que hasta hace muy pocos años tenían prácticamente prohibido.
Pero al igual que ocurre con Cuba, Estados Unidos no va a encontrar un territorio virgen y manso sobre el cual extender sus dominios, sino una región que en estos breves pero intensos diez años se constituyó como tal y aumentó notablemente su margen de autonomía. Lo que pasó ayer entre Cuba y Estados Unidos no es una coda tardía del siglo XX, sino parte del mapa para entender por donde va el siglo XXI.