EDITORIAL | Autor: Lic. José Luis Dranuta | 19-02-2015
Se cuente como se cuente. El dÃa después es...
Una mierda, tal vez
Si fueron cincuenta mil para los optimistas o treinta mil para los pesimistas, las catorce cuadras de gente marchando en la Ciudad de Mar del Plata nos remitieron a la historia de las movilizaciones, desde el año 1983 en adelante. El radicalismo en el cierre de campaña de 1983, o el justicialismo, el menemismo del ´95 en aquel verano de algarabÃa convertible. Realmente hace falta volar en el recuerdo bastante para imaginar tanta gente en la calle. No fueron los jóvenes, no habÃa logÃstica de micros gratis ni "choripán". Seguramente todos juntos no ganan una elección porque el clientelismo y la pobreza del conurbano marplatense es mucha, y creció a valores tanto inauditos como intolerables. Pero la marcha de ayer es una muestra, aún en eterna minorÃa contra el populismo y la demagogia, de que un pedazo del paÃs está muy descontento. Y ese pedazo, casualmente, es el principal sostén del otro pedazo de la sociedad que vive de subsidios y empleo público.
En una época donde hasta El Bahiano es K y reflexiona con los chicos en la TV pública, cobrando un sueldo que usted o yo sostenemos, se hace difícil pensar en algo espontáneo. Si en algo tiene razón el "Coqui" Capitanich es en que la marcha fue política. En definitiva, todas lo son. El gobierno, seguramente como siempre, va a redoblar la apuesta y se va a endurecer con los opositores. Esta violencia ejercida desde el poder, como siempre condescendiente con los prebendarios adictos, se nota en todos los estamentos.
La presidenta de un conocido club núatico de Mar del Plata, corre a los opositores con "pico y pala", los hace suspender por causas que a los oficialistas no alcanzan (faltas graves como tener el torso desnundo en una cancha de tenis". En una escala un poco más grande y alterada, la Presidenta de la Nación declara enemigos a los que piensan distinto: entonces la condena a los enemigos es un poco más dura (véase suicidio de Nisman).
Lamentablemente es un momento jodido para ser oposición. A mis colegas de OPI22 y a mí nos toca hacer periodismo tratando de no serlo, sin ser oficialismo. La consecuencia es el miedo, la quita de publicidad oficial y el ninguneo de los colegas. La luz al final del túnel nos ve un poco más viejos y abatidos. El cansancio moral hizo lo suyo. Se cuente como se cuente, el día después de la marcha es un verdadero dislate.