EDITORIAL | Autor: Redacción | 30-03-2015
Nadie resiste un archivo
Ojalá que Francisco lo haga
De Pironio a Francisco, de Medellín al Jubileo Extraordinario. Pasados unos días del segundo aniversario del pontificado del nuestro querido Papa Francisco, el primer Papa latinoamericano de la historia, me viene a la memoria un recuerdo de mi adolescencia. A los 15 años fue un humilde curita salesiano (el padre Fito Fernández) quien me convocó al compromiso de “ser Cristos para hacer Cristos” desde el grupo “Casa de la Juventud”, desprendida de la II Conferencia Episcopal Latinoamericana que tuvo lugar en Medellín en 1967. Esto es escrito por Eduardo Valdez, para Télam. A los que seguimos de cerca a la agencia oficial, estas líneas nos dan escalofríos.
De un día para el otro, el grueso de los funcionarios, dirigentes y personalidades kirchneristas pasaron de acusar al papa Francisco como "colaboracionista" de la última dictadura -entre otras cosas por "haber entregado" a dos curas a los militares- a, de forma sopresiva, elogiar los valores de Jorge Bergoglio, distancia con los Kirchner desde 2003.
El abrupto giro en el relato sobre el Sumo Pontífice quedó ejemplicado con los gestos presidenciales, el viraje del dirigente de MILES, Luis D'Elía, de Estela de Carlotto (Abuelas de Plaza de Mayo) y de Hebe de Bonafini (Madres) -quien asoció siempre al arzobispo Bergoglio con los militares- también del diario oficialista Página/12, así como hubo funcionarios y legisladores que esperaron las órdenes de la Presidenta -Juan Manuel Abal Medina, Héctor Timerman, Carlos Kunkel y Juan Cabandíe- para hablar en buenos términos de Francisco.
De los silbidos al beso. A las pocas horas de conocerse la histórica elección del primer papa argentino, Cristina Fernández de Kirchner felicitó de forma fría al nuevo Sumo Pontífice en un acto de Tecnópolis mientras militantes de La Cámpora lo silbaban. En ese momento, la Jefa de Estado no los desautorizó.
Su actitud fue completamente distinta cuando se enteró que sería la primera mandataria en entrevistarse con Francisco. En Roma, se mostró emocionada y hasta "sumisa", como la definió el periodista Luis Majul. Todo cambió en solo cuatro días.