EDITORIAL | Autor: Lic. Mirtha Cáffaro | 20-11-2015
Los docentes no necesitamos Ãndices porque estamos en las aulas
El relato y la verdad
La transparencia en los procesos no solo tiene que estar garantizada por organismos de control sino por una ciudadanÃa madura, respetuosa y capaz de discernir por sà misma.
¿Qué pasa en un país en el que la educación cae en picada? Sin calidad, sin continuidad, sin sueldos acordes a profesionales actualizados. La respuesta cae de maduro cuando los resultados de este proceso dan un número elevado de alumnos que no son capaces de leer comprensivamente. Una escuela en el que la escolarización no está garantizada en los parámetros mínimos de leer y escribir.
Cuando hablamos de desarrollar las competencias mínimas en las áreas principales a partir de las que se construye el andamiaje del conocimiento, los argentinos, a las claras, no acceden a una educación pública que lo garantice.
Si un alumno al terminar un proceso de más de 10 años de escuela no es capaz de comprender lo que lee, manejar las operaciones matemáticas básicas, no tiene herramientas básicas para su vida práctica, su desarrollo personal y su inserción laboral.
La expresión del pensamiento propio es la consecuencia de la capacidad de ordenar ideas y expresarlas.
Maestros a las cosas, lectura, escritura, sumar y restar, son competencias ineludibles a la hora de evaluar los resultados, tanto de los aprenden como de los que enseñan.
Solo a partir de diagnósticos reales se pueden delinear políticas adecuadas para lograr resultados, por lo menos, diferentes a los actuales. Porque más allá de la ideología o partidismo político, todos coincidimos en que la educación no está bien hoy, ¿o no?