EDITORIAL | Autor: Lic. Mirtha Cáffaro | 29-11-2015
La indignidad de los que no saben perder
¿Por qué esperar un acto de grandeza?
“En política todo vale” es el axioma que dejó la corrupción en una sociedad en la que todo tiene un precio. Así se han comprado votos, se han quebrado voluntades y la gente ha perdido la confianza en los políticos. Por eso, la sociedad en tiempos de elecciones, reflexiona y toma una decisión. En los países democráticos y republicanos, se respeta la mayoría.
Una sociedad madura, necesita líderes maduros, que actúen con grandeza, en pos de la paz social, de la integración y de la convivencia pacífica.
Cuando decimos que Argentina, nunca más latinoamericana que hoy, vive inmersa en la corrupción, también tiene que ver con esto.
¿Por qué esperar de Cristina un acto de grandeza? ¿Cómo esperar dignidad? ¿Podríamos esperar la dignidad y el honor que caracterizó a los héroes griegos? Pensemos en Edipo Rey, el joven que gobernó con justeza, escuchó a su pueblo y reconoció que al ser el más ciego de entre los hombres, había matado a su padre, se había desposado con su madre, se autodesterró y se quitó los ojos tras conocer la verdad. Semejante acto heroico, de dignidad, lo hizo trascender la tragedia griega de Sófocles.
Una obra que ilustra sobre la sabiduría de los ancianos, encarnado en el viejo Tiresias, cobra vigencia en la actualidad.
De todo debe quedar una enseñanza, la sociedad argentina enfrenta ese dilema. Enfrentar la verdad con grandeza. Escuchar con humildad y gobernar con sabiduría. Porque la dignidad es la cualidad que determina a una persona digna, capaz de comportare con responsabilidad, seriedad y con respeto hacia sí mismo y hacia los demás y quien no deja que lo humillen ni degraden.
La dignidad humana es un valor o un derecho inviolable e intangible de la persona, es un derecho fundamental y es el valor inherente al ser humano porque es un ser racional que posee libertad y es capaz de crear cosas. Esto quiere decir que todos los seres humanos pueden modelar, cambiar y mejorar sus vidas ejerciendo su libertad y por medio de ella tomar decisiones. La dignidad se basa en el respeto y la estima que una persona tiene de sí misma y es merecedora de ese respeto por otros porque todos merecemos respeto sin importar cómo somos. Cuando reconocemos las diferencias de cada persona y toleramos esas diferencias, la persona puede sentirse digna, con honor y libre.
En el Preámbulo de La Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 habla de la "dignidad intrínseca (...) de todos los miembros de la familia humana", y luego afirma en su artículo 1º que "todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos".
La dignidad política alude a quien luchando por la justicia, promoviendo el bien común, defendiendo los derechos humanos de los pobres, ejerce el gobierno.
El político que obra con dignidad marca su carrera política, con vocación de servicio. Cuando la política se divorcia de la ética marca un camino de decadencia que hay que enfrentar para enmendar.
Argentina vive tiempos de cambios. Ojalá la dignidad marque su rumbo.