EDITORIAL | Autor: Redacción | 09-12-2015
¿Hacia la normalidad?
Todo es muy confuso
"Último dÃa gobernados por el Kirchnerismo" puso Lilita en su cuenta de Twitter. Un paÃs que se precie de tal no deberÃa tener ni cerca del sillón a una presidenta como Cristina, pero tampoco permitirse el detalle de que una Lilita esté merodeando la Casa Rosada, ni como trapito de las calles aledañas. Asà las cosas, volver a la normalidad, después de una adicción a la estupidez colectiva de 12 años, no se va a conseguir de un dÃa para el otro. Va a depender un poco de todos nosotros, comenzando por Mauricio Macri, que no es Dios ni ganó por un margen enorme, sino que fue elegido por un estrecho caudal de votos para que gestione con honestidad y patriotismo la cosa pública. Más allá de las resistencias que ya se le avecinan por parte de los que vivÃan de la prebenda y el empleo trucho estatal, ordenar el paÃs es activar un mecanismo de relojerÃa sensible, que requiere pulso y no admite errores. Lilita es claramente un error.
La agenda de Macri está colapsada: negociación con los fondos buitre, el manejo de las reservas del Banco Central, su viaje a Brasil y el freno a proyectos legislativos que pueden condicionar sus primeros días de gobierno.
Tiene desafíos inmediatos en los próximos 17 días. Buscar que el juez Griesa levante el freno a los pagos de deuda argentina en el exterior, negociar con el presidente del Banco Central la delicada situación de las reservas, los proyectos legislativos que el oficialismo buscará aprobar en los próximos días su viaje al país carioca, con su problemática bilateral y regional.
En ese escenario, su alfil en economía buscará construir un colchón de divisas que permitan una reserva admisible para un Banco Central como el nuestro. 25 a 30 mil millones de dólares en caja, un plan de sinceramiento de precios y salarios y un valor de plaza admisible del dólar, que empujado por la emisión económica actual y la remanente de los primeros meses de gestión, no va a ser inferior a los 15 pesos, y seguramente va a estar más cerca de los 20 para febrero de 2016.
Claro que todo esto va a suceder si Cristina no se manda ninguna de las suyas en el último día de su gobierno. Colaboradores cercanos barajaron la posibilidad de que se quedase unos días más en el poder (tal vez meses) alegando argumentos de necesidad y urgencia. Ninguno de estos ardides coló demasiado en el en el entorno y mañana entre penas, desatinos y delitos, Cristina Kirchner pasará a ocupar un pedazo más de la historia. Y será tarea de otros ponerle el color al relato: rosa para los progres y oscuro para los del otro lado.