EDITORIAL | Autor: redacción | 17-05-2016
Arroyo y el sucundum sucundum
Donald se quedó corto
“Las olas del corazón no estallarían en tan bellas espumas ni se convertirían en espíritu,si no chocaran con el destino, esa vieja roca muda.” Esto lo escribió Friedrich Hölderlin, un poeta lírico alemán. Su poesía acoge la tradición clásica y la funde con el nuevo romanticismo. Claro que era nuevo, allá por la primera mitad del siglo XIX, o sea, hace ya doscientos años. Tal vez nadie sepa el por qué de la cita a Friedrich Hölderlin, pero nuestro actual intendente, tan afecto al estilo prusiano y coleccionista de folletines de la Segunda Guerra Mundial, debería pegarse una vuelta un poco más amplia, por la historia de los germanos, que fueron capaces de producir el arte, la solidaridad, los valores del progreso y la honestidad, sin necesidad de ejercer la violencia ni el poder, durante gran parte de su historia, justamente, la que les permitió ser la enorme nación que son hoy, y reconstruirse de tan perversa desviación institucional, como la de Hitler, allá por el siglo XX. De eso también hace casi cien años.
Mar del Plata del siglo XXI no es, ni por asomo, aquella soñada villa de sus creadores. Es una urbe despareja, desigual, violentada por los gobiernos que cometieron sucesivos errores interpretativos y por la perversión de un sistema político y judicial que promocionó los asentamientos clandestinos y fomentó la asimetría social, favoreciendo la inseguridad, negocio de buena parte del arco político.
Cuando Arroyo ganó las PASO de 2015 y encumbró su mito de hombre recto al poder, fuimos testigos de charlas de vecinos que le hablaban cara a cara, en la esquina de Emiliano Giri (Belgrano e Irigoyen) en la que el Kaiser se solía parar. Ahí los vecinos le pedían que combatiera la inseguridad y él, emocionado, decía que iba a hacer "mier..." a los delincuentes. Claro que, puntos de vista aparte, la cosa no es tan sencilla. Los delincuentes no son solo aquellos que salen de caño a jugarse la vida por unos mangos en los alicaídos comercios de nuestra ciudad. Son también aquellos que se arrimaron a su figura para obtener beneficios personales, volcar y ocultar camionetas, o nombrar parientes. Y si Pulti había hecho del gobierno una PyME familiar, como lo acusaban los de Agrupación Atlántica hace exactamente un año, la cosa no da ningún tipo de derecho para que esta gente, hoy en el gobierno, reitere esas prácticas. Ni un cargo político a parientes de funcionarios: esa es la consigna. Ni un cargo político a un amigo, si no es el más capacitado para ejercerlo. La Municipalidad de General Pueyrredón dispone de suficiente personal de carrera para ocupar todos sus puestos. Claro está que un funcionario de carrera, que lleva gran parte de su vida laboral en una dependencia, no va a cometer las tropelías ni los abusos de poder que cometen los políticos porque, pasada la gestión, debería seguir mirando a la cara a sus compañeros de funciones. Arroyo mismo fue funcionario de carrera en el sistema provincial y municipal, y sabe de lo que hablamos.
Cuando sale a bancar a un funcionario nepótico se convierte en los mismo. Cuando da la cara por un corrupto, y tapa los hechos, es parte de lo mismo. Como diría Friedrich Hölderlin “¿Qué son todas las acciones y los pensamientos de los hombres a lo largo de los siglos frente a un solo instante de amor?" Aunque sospecho que Arroyo debe pensar como Elena Garro “ El amor no existe. Existe sólo un mundo que trabaja, que va, que viene, que gana dinero, que usa reloj, que cuenta los minutos y los centavos y acaba podrido en un agujero, con una piedra encima que lleva el nombre del desdichado." Y así, ni el mismo Donald podría haberse consagrado con el "sucundum" de Tiritando, o como la conocemos nosotros, "Las olas y el viento".