EDITORIAL | Autor: redacción | 04-06-2016
Muerto Alà se acabaron los guapos
Pero acá no nos enteramos
El boxeo mundial perdió al más grande de todos los tiempos. Grande y guapo. Muhammad Ali, uno de los mayores deportistas del siglo XX, un hombre que se inventó varias veces a sà mismo y reflejó los traumas y conflictos de los Estados Unidos de su época, murió este viernes en un hospital en Phoenix (Arizona) a los 74 años por complicaciones respiratorias. El mundo ya no será lo mismo sin AlÃ. Todos los sabemos, en Argentina incluso, donde las reglas mundiales parecen no cumplirse. Incluso en Mar del Plata, donde las reglas mundiales y las nacionales (ni hablar de las locales) parecen no cumplirse hace ya mucho tiempo.
Ali, nacido con el nombre de Cassius Clay en Louisville (Kentucky) en 1942, fue un negro golpeado por las humillaciones de la segregación que proclamó su identidad con orgullo. Un deportista locuaz que exhibía su ego sin modestia: “¡Soy el mejor! ¡Soy el mejor! Soy el rey del mundo”, dijo cuando ganó el campeonato mundial contra Sonny Liston. Un activista más cercano al estilo desafiante de Malcolm X que al ecumenismo de Martin Luther King en la defensa de los derechos civiles de los negros. Un héroe deportivo que se convirtió a una religión extraña para la mayoría de sus conciudadanos. Influido por las enseñanzas del grupo religioso Nación del Islam, adoptó el nombre de Muhammad Ali y eligió él mismo, descendiente de esclavos anónimos, su propio nombre y religión. "No quiero ser lo que vosotros queréis que sea”, decía.
El siglo XXI nos tiene acostumbrado a estas pérdidas.También nos viene acostumbrando a la caquistocracia, el gobierno de los peores. Muchas personas no saben que todo el deterioro moral, cívico y social del planeta se debe a que en los países del primer mundo gobierna la CAQUISTOCRACIA (gobierno de los peores). La brutal decadencia (planeada) ocurre debido al fuerte control a las fugas de capitales, ya sea por compra de armas del terrorismo, ya sea por los evasores de impuestos, por los falsificadores piratas o por las drogas; se volvió muy difícil esconder dineros negros. Argentina ni se enetró de esto, en la última década. Mar de Plata, por supuesto, mucho menos. El día a día nos come con zonceras y la cosa negra nos pasa por el costado. Claro que esto, es simplemente la editorial de un sábado que no encuentra consuelo, tal ve porque el mismísmo Alí, el representante de los humillados, decidió perder por know out en el último asalto.