EDITORIAL | Autor: redacción | 25-06-2016
Meritocracia en el sector público
Algo que en Mar del Plata nos queda muy lejos.
El Ministro de Modernización, Andrés Ibarra, se declaró como "ferviente defensor del concepto de meritocracia en el empleo público". Agregó que "no puede dar lo mismo estar capacitado que no estarlo". Conoce a Macri desde hace 25 años, admite que los primeros seis meses se fueron en conocer los problemas y poner en marcha el estado. Mar del Plata, en el sentido de estas declaraciones, parece haber quedado a mucho más de cuatrocientos kilómetros de distancia. La meritocracia en nuestra ciudad, se llaman parientes y amigos del intendente y sus secretarios, los de antes, y los de ahora, que reemplazaron a aquellos. La falta de talento es un costoso elemento a tener en cuenta en el cotidiano fracaso de la gestión de Arroyo. Tal vez, comenzando a mirar al norte encuentre su "norte" en la gestión
Vacío de poder, decisiones inapropiadas de gobierno, tomadas por parientes y allegados al intendente local, sin preparación para la función pública, son la constante de los episodios del gobierno local en los seis meses largos que lleva de gestión. La meritocracia ha quedado superada por el parentesco. Ha habido un trato de favor hacia familiares o amigos, a los que se otorgan cargos o empleos públicos por el mero hecho de serlo, sin tener en cuenta otros méritos. Eso, simplemente, se llama nepotismo y parece ser una enfermedad si cura.
Otros gobiernos la han practicado y otras sociedades lo han sufrido: el resutado nunca fue bueno. El nepotismo se instaló en nuestro gobierno, antes con Pulti, ahora con Arroyo. Los funcionarios lo han naturalizado y la sociedad, pasiva, se ha resignado. Significar nuevamente la función pública será la tarea del próximo intendente, tal vez antes del período que se le asigna por el derecho democrático de haber ganado las elecciones. Los hechos muestran una gestión incapáz y timorata. Lo que nos espera, si no viene un remedio de afuera, será peor.