EDITORIAL | Autor: redacción | 01-08-2016
La única verdad es la realidad
Aunque te hagan tu propio diario
Aunque te hagan tu propio diario, la verdad está en la calle, en la gente, en los cafés, los taxis, las escuelas, los alicaÃdos comercios locales. Tal vez, pautar oficialmente con nuestro dinero sobre algún medio permita descargar voces, maquillar personajes y convertir a un mediocre ogro en un "abuelito angelical". La realidad es que los dÃas pasan, las necesidades aumentan y las soluciones no llegan. Y para ello no hay portal adicto que pueda escribir columnas maquilladas a "15 centavos por palabra". De todas formas, suerte en el intento.
Lo dijo Aristóteles, lo reafirmó Perón... y no es una rima jocosa, sino una frase que pinta de cuerpo entero a una ciudad que se cae a pedazos mientras gasta sus chirolas en pagarle a mediocres periodistas adictos para que dibujen una imagen que no tenemos. "La única verdad es la realidad".
"La única verdad es la realidad”, dijo Aristóteles y el general Perón hizo propias estas palabras, a las que el imaginario popular dio status de verdad indiscutida. La frase, de indudable cuño tautológico, también fue evocada por el filósofo prusiano, considerado por muchos el pensador más influyente de la era moderna, Immanuel Kant, casi 170 años antes que la hiciera suya el fundador del Justicialismo. Quizás, sin saberlo, Perón adhería a la escuela del idealismo trascendental alemán, aunque la frasecita la usó en 1948 para justificar el aumento del precio de los productos exportables en la Argentina de posguerra.
Lo más probable es que Perón tuviese más en cuenta a Otto Eduard, más conocido cómo príncipe de Bismarck, que a Kant cuando convirtió en nac & pop esta consigna. Concretamente se refería a la Realpolitik del Canciller de Hierro. Este acuñó el término al cumplir la petición del príncipe Von Metternich para encontrar una forma de equilibrar los poderes de los imperios europeos a fines del siglo XIX. Bismarck logró la reunificación alemana (con la Confederación Alemana del Norte) bajo el mando de Prusia sin anexar al territorio austrohúngaro después de la Guerra de las Siete Semanas en 1866. Entonces los alemanes vencieron a los austríacos en la batalla de Sadowa, y de esta forma Bismarck impidió que la Guerra de las Siete Semanas se convirtiera en la de los Siete Años.
“La única verdad es la realidad”, dijo el General usando el concepto de Aristóteles, quien, con esta afirmación, se alejaba del idealismo de Platón, su maestro, cuya filosofía alimentó ideologías utópicas a lo largo de siglos. Quizás esta evocación de los sabios griegos sea too much para este sainete criollo, pero nunca está de más volver a los clásicos que siempre albergan la ambiciosa pretensión de evitar que nos tropecemos con la misma piedra.
Nuestro intendente, tan amante de los alemanes y la guerra, seguro conoce la cita y su historia. Vano esfuerzo; la frase ya tiene 2.300 años; pero la historia se empecina en equivocarse cíclicamente, esta vez, en nuestra ciudad.