EDITORIAL | Autor: Lic. José Luis Dranuta | 21-03-2017
El "trol lotudo"
Ni una (neurona) menos
Amanezco cada dÃa revisando mis redes sociales y viendo como aumenta esta comunidad de idiotas útiles vaya a saber a quién. Al principio creÃa que eran K nostálgicos. Con el correr del tiempo fútil de este gobierno me fui dando cuenta que ser trol (del inglés troll) ya no describÃa a una persona que publicaba mensajes provocadores, irrelevantes o fuera de tema en una comunidad en lÃnea, sino a una banda de mercenarios estúpidos que, a uno y otro lado de la orilla de la grieta, agitaban (y agitan) ideas cual si fuesen del mundo talibán sólo para no perder alguna miserable concesión lograda o pequeña prebenda en forma de puesto municipal o provincial, subsidio, plan social, etc. Semejante grado de mediocridad intelectual no puede más que reflejar lo que somos como sociedad en esta realidad aumentada que parece ser la vida actual. La ola de estupideces consecuentes a la participación del presidente y su esposa en el programa de Mirtha, el sábado a la noche, son la muestra testigo que corrobora la afirmación.
Mientras la palabra trol y su verbo asociado trolear están vinculados con una discusión en Internet, los medios de comunicación en los años recientes la han tratado como un adjetivo, y la usan para etiquetar acciones intencionalmente provocativas y acosos fuera de un contexto en línea. Por ejemplo, los medios de comunicación han usado trol para describir a «una persona que daña los sitios de elogio en Internet con el ánimo de causar dolor en las familias». Entonces me quedo pensando en ¿Qué o quién puede sentirse mortificado por la ola de estupideces que publican los K nostálgicos? La respuesta es tan rápida como alarmante. Existe una inmensa variedad de pigmeos intelectuales que se sienten agraviados y con derecho a contraatacar, al punto de ver o expresar que Macri es un tipo sensible preocupado por descender la pobreza y hacer un gobierno transparente para beneficio de los más humildes.
Y yo, que me quedo mirando a los "trol lotudos" que de uno y otro lado de la grieta, vía red, me agreden cuando publico editoriales, siento cierta urticaria en mi cerebro. Ahora los K se ponen remeras con la cara de Mirtha Legrand, así como hace apenas dos años consideraban a Adolfo Pérez Esquivel de derecha, o hace cuatro escribían groserías de Bergoglio sólo por haber sido elegido nada más y nada menos que Papa. Ahora los M creen que, como en la década del noventa, el que no piensa alineado a ellos es un zurdito.
Desde la estratosfera cognitiva o la blogosfera me despido hasta la próxima editorial, saludando a los trol lotudos de siempre con nostálgica devoción por aquel pasado menos digital en el que nos puteábamos cara a cara cuando pensábamos distinto por ejemplo, en una mesa familiar. Qué lindos recuerdos me vienen a la mente cuando pienso en la marcha del "Alfonsinazo en Ferro", allá por el ´83 y en como pegábamos carteles con engrudo pensando que con la democracia se "comía, se curaba y se educaba"... Al fin y al cabo, un cartelito de fondo celeste en Facebook, o con formato de placa de Crónica, hoy lo pega cualquiera, no solo son huevos (aunque ahora también se dice ovarios por una cuestión de género) sino sin neuronas activas, que allí y todavía, no distinguen cuestión de género. De allí surge mi grito trol "Ni una (neurona) menos".