EDITORIAL | Autor: redacción | 11-04-2017
El más allá para explicar el más acá
Nada de nada
Tenemos por bienaventurados a los que sufren. No podemos esperar que habremos de aprender o ser perseverantes en años venideros si hoy en dÃa estamos desarrollando el hábito de darnos por vencidos cuando las cosas se tornan difÃciles. El problema es cuando no encontramos las respuestas en el más acá y tenemos que pensar en el más allá como consuelo. Los evacuados de nuestra ciudad, por estos dÃas, entienden perfectamente de que hablamos. Las Escrituras nos dicen que es esencial perseverar hasta el fin. Por tanto, si sois obedientes a los mandamientos, y perseveráis hasta el fin, seréis salvos en el postrer dicen, pero cada dÃa es casi imposible creer en ello.
Los profetas de todas las épocas nos enseñan verdaderos ejemplos de fe al demostrar su valentía mientras soportan problemas y tribulaciones para poder cumplir la voluntad de Dios. El ejemplo más grande proviene de la vida de Jesucristo. Mientras sufría en la cruz sobre el Calvario, sintió la soledad del albedrío cuando suplicó a Su Padre Celestial: “¿Por qué me has desamparado?” (Mateo 27:46). El Salvador del mundo fue dejado solo por Su Padre para que llevara a cabo, por propia voluntad y decisión, un acto de albedrío que le permitió completar su misión expiatoria. Nos enseña la iglesia católica.
Hasta aquí el relato. El que crea, bienaventurado también. Pero el que no, el que simplemente espera que los gobernantes hagan su parte, no encontrará consuelo, por estos días. Evacuados de una ciudad que los expulsa y los niega. Encontrar trabajo es una rareza y las reglas de la economía los fueron corriendo al márgen de la página de esta historia. Los gobernantes de vacaciones en el calor, mientras ellos sufren el frío y la ignominia del no ser. Y así será.