EDITORIAL | Autor: Lic. José Luis Dranuta | 14-06-2017
Todos a trabajar, pero ¿A dónde?
Escalofriantes cifras
Las cifras del Indec ponen a Mar del Plata en el peor escenario de los posibles. La más alta desocupación del paÃs, en conjunción con un bajÃsimo nivel académico de los chicos que salen de los establecimientos educativos, hacen un cocktail explosivo que no produce más que miseria y decepción. La polÃtica mucho tiene que ver en esto, pero se hace la distraÃda. Sus actores prefieren chicanearse en búsqueda de un voto más en las PASO que abordar el verdadero flagelo del que nada tiene para hacer y, culturalmente, está marginado e impedido de hacerlo.
Los planes sociales y los seguros de desempleo no han contribuído, ni contribuyen, a re insertar a la persona en el mundo laboral. El anacronismo de las leyes laborales y los modelos contractuales inviables hacen el resto. Ni empleo basura ni industria del juicio laboral: concretamente se necesita pro actividad del mercado, honesto, y sin fisuras, en aras de lograr que cada vez más personas entren a este universo, el de los ocupados. La persona que trabaja y gana su sustento, se dignifica, se enaltece frente a sus pares y satisface, al menos en parte, sus anhelos. Aquel que nada tiene nada quiere, y eso propugna al desencando, la desidia, el aburriemiento; en definitiva, la negación del ser.
Personalmente no creo que la gente, en su mayoría, no quiera trabajar y prefiera un subsidio miserable a un aporte sostenible en el tiempo de mayor cuantía. Lo que sucede es que el trabajo esclavo, las redes de corrupción, el desapego por las personas, han horadado surcos en la piedra de la sociedad, como el agua que corre desde un río de montaña: inexorablemente va para abajo y ese lecho, a veces mojado, a veces seco, es muy difícil de corregir. Pero todos sabemos que el hombre puede proponerse modificar las cosas y hasta a veces lo logra: que tengamos más de 10 % de desocupación es, a no dudarlo, el cumplimiento del deseo de alguien, que lo más probable, no seamos nosotros.
A pensar, tal vez, que un cambio de gobierno no necesariamente puede traer un cambio de situación individual. El Cambio verdadero pasa por todos y cada uno de nosotros frente a cada flagelo; y la desocupación es uno de los peores que tiene la sociedad actual.